Informe Especial: “El Golpe Porteño”ñ
Latorre (RD) impulsará gestiones en el Senado para remover estatua de José Toribio Merino del Museo Naval
Autor: Alejandra Jara
LUN 7 ENE 2019 | 02:29 PM
JOSE TORIBIO MERINO-ALMIRANTE-ARMADA
En agosto del año pasado, la Cámara de Diputado aprobó un proyecto de acuerdo que buscaba quitar el homenaje al ex comandante en jefe de la Armada.
Tras una reunión con el abogado y activista de Derechos Humanos Luis Mario Rendón, representante de la agrupación “Ciudadanos con Memoria”, el senador Juan Ignacio Latorre (RD) iniciará gestiones en el Senado para pedir la remoción de la estatua del fallecido Comandante en Jefe del Ejército, José Toribio Merino, ubicada en el Museo Naval y Marítimo de Valparaíso.
“Nosotros vamos a insistir en el Senado con algo que ya aprobó en la Cámara de Diputados. Esperamos contar con los votos de, al menos, algunos legisladores de derecha que se desmarquen de figuras del Pinochetismo”, explicó Latorre a la salida del encuentro.
Justamente el 8 de agosto del año pasado, la Cámara de Diputado aprobó un proyecto de acuerdo que buscaba quitar el homenaje al ex comandante en jefe de la Armada. Una iniciativa que el senador espera replicar en el Hemiciclo.
En paralelo, “Ciudadanos con Memoria” solicitó al ministro de Defensa, Alberto Espina, que ordenara retirar del Museo Naval y Marítimo de Valparaíso la estatua del fallecido uniformado, pero la petición fue denegada. En ese entonces, la autoridad respondió a la agrupación de Derechos Humanos citando explicaciones del almirante Julio Leiva Molina, comandante en jefe de la Armada, quien justificó la permanencia del monumento porque “no vulnera disposición legal ni reglamentaria alguna”.
Sobre las nuevas gestiones que impulsará en el Senado, Latorre dijo que “necesitamos una nueva relación entre la Armada y la ciudadanía chilena. La Armada se ha quedado atrás en cuanto a hacer gestos de reparación, justicia, memoria, verdad histórica, y de arrepentimiento respecto de las violaciones a derechos humanos”. Y agregó que espera que el Ministerio de Defensa también se sume a este objetivo, considerando que el tema fue aprobado en la Cámara de Diputados.
https://www.latercera.com/politica/noticia/latorre-rd-impulsara-gestiones-senado-remover-estatua-jose-toribio-merino-del-museo-naval/474236/
“VALPARAÍSO: LAS CICATRICES DE UN PUERTO TORTURADO”
13/12/2018
por Joaquín Cáceres González
El 11 de septiembre de 1973 la bahía de Valparaíso amaneció asediada por la Armada de Chile. Cientos de marinos se desplegaron por las calles de la ciudad puerto en búsqueda de artículos y personas que fueran opositoras al régimen. La derecha chilena decía que iba a ocurrir una guerra civil, pero las fuerzas armadas corrían con ventaja, una ventaja muy grande, tenían las armas en su poder. La mañana se volvió oscura, en Santiago, La Moneda era bombardeada con el presidente Salvador Allende y sus colaboradores en el interior. Mientras en Valparaíso y distintas ciudades del país eran detenidos cientos de personas, algunos militantes del Partido Comunista, del Partido Socialista, del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, del Movimiento de Acción Popular Unitaria, en fin, todos los adherentes del presidente Allende. Así como también simples campesinos y agricultores que habían sido beneficiados con la reforma agraria y mineros que apoyaron la nacionalización del cobre. Además se apresó a personas pertenecientes a las fuerzas armadas que estaban en contra de la intervención militar.
Valparaíso, como ciudad puerto, fue sitiada por la armada. En este caso, según el Informe de la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura, fue nombrado al mando de la provincia el comandante Guillermo Aldoney, de la Primera Zona Naval, como Jefe de Zona en Estado de Emergencia. Utilizando como recintos de detención y tortura la Academia de Guerra Naval, el Cuartel Silva Palma y algunos buques, como el Maipo, el Lebu y la Esmeralda. En la región las detenciones se concentraron durante los años 1973 a 1974. Además hubo centros manejados por Investigaciones, Carabineros, el Ejército y la Fuerza Aérea. Como el cuartel de investigaciones de Viña del Mar, el regimiento “Coraceros”, la base aeronaval el Belloto, además de la cárcel de Valparaíso y así, otra decena de lugares. La Academia de Guerra Naval junto con el cuartel Almirante Silva Palma, también denominado Fuerte de Bueras Bajo, fueron centros de por donde pasó la mayor cantidad de personas detenidas en la región. En estos lugares los interrogatorios junto con las torturas eran a diario y brutales. El primer centro se encontraba en el cerro Playa Ancha, mientras que el segundo estaba ubicado en el cerro Artillería. La Academia de Guerra Naval era una construcción de acero y concreto, de cuatro pisos. Ricardo Aravena recuerda el lugar y relata que “me llevaron a un tercer piso, que después supimos que era la sala de las banderas en la cual nos tenían en una pieza a treinta o cuarenta compañeros, entre hombres y mujeres, ahí nos sacaban y llevaban a interrogatorios en cualquier horario”. Héctor Cataldo, ex miembro del MAPU, comenta que en la Academia de Guerra “el primer día fueron solo culatazos y ofensas, desde el segundo día fueron interrogatorios con torturas tres veces al día”. El año 2017, en febrero, la Armada decidió demoler parte de la Academia, por lo que aparecieron grupos detractores de esta acción, por considerarlo como “un intento de borrar de la memoria aquel lugar donde se deliberó y se fraguó el Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973. Mismo recinto donde a partir del golpe se asesinó y torturó a miles de porteños”, según queda consignado en el DiarioUdeChile.
En estos lugares las torturas eran tanto psicológicas como físicas. Luis Cáceres relata que pasó por el Silva Palma “pero para un simulacro de fusilamiento”. Los simulacros de fusilamiento eran recurrentes en los centros de detención, esto como una forma de quebrar psicológicamente a las personas. Muchos concuerdan con que el Cuartel Silva Palma era uno de los centros en donde se realizaban las torturas más brutales, llegando al punto de encontrar otros centros de detención como un paraíso, como comentó Aurelio González, ex-marino detenido: “la cárcel para nosotros fue un paraíso, después de estar en el Silva Palma, ya que ahí pasaba de todo”. Luego de pasar por estos dos centros de detención muchos eran trasladados a unos lugares menos conocidos, estos eran el Buque Maipo, el Buque Lebu y la Esmeralda, la mal llamada “Dama Blanca”.
El Buque Maipo era un barco de propiedad de la Compañía Sudamericana de Vapores, el que fue puesto a disposición de la Armada por el mismo dueño, Ricardo Claro, el mismo día 11 de septiembre. Este barco estuvo atracado en el molo de abrigo hasta el 15 de septiembre, día en que zarpó en dirección al campamento de concentración de Pisagua. Héctor Cataldo, detenido que estuvo en el Maipo y el Lebu recuerda que eran embarcaciones gemelas, ambos tenían las mismas características, como las tres bodegas usadas como lugares de detención. Ricardo Aravena recuerda que este barco “salía constantemente hacia Pisagua e iba a tirar cuerpos al mar”, cosa que no está estipulada en ningún documento oficial que lo acredite, pero por deducciones que sacaban los prisioneros podían saber que muchos no llegaban a destino, el mismo Ricardo Aravena dice “salía a dejar prisioneros, en el camino siempre se perdían, se embarcaban 50 y llegaban 40”.
El 15 de septiembre fue entregado a la Armada el Buque Lebu, también de propiedad de la Compañía Sudamericana de Vapores. Este barco permaneció atracado en el molo bastante tiempo, ya que no poseía la maquinaria para poder navegar.
Fue usado como centro de detención y tortura durante un año, por donde pasaron cientos de personas entre hombres y mujeres. Entre los detenidos que pasaron por el Lebu algunos eran menores de edad, como es el caso de Marco Contardo, quien con 15 años de edad fue llevado a la Academia de Guerra Naval y posteriormente al Lebu. Ricardo Aravena, detenido con 17 años, también fue llevado a este buque y recuerda que “estuve detenido como 18 días o un mes, este se encontraba en el molo de abrigo a un lado de La Esmeralda”.
Quienes pasaron por este centro de detención flotante recuerdan que la estadía era difícil “el piso era de fierro, nos hacían dormir en una colchoneta “payasa” que son los forros de los colchones, pero rellenos con paja y nos pasaban una frazada, las necesidades las hacíamos en un tambor de 200 litros cortado por la mitad” recuerda Ricardo Aravena.
Otro de los centros de detención que funcionaron en el mar fue el Buque Escuela Esmeralda. De este lugar se tiene poca información, pero existe un emblemático detenido que por las constantes torturas fue a dar al Hospital Naval, donde falleció. El detenido era el sacerdote Miguel Woodward, militante del MAPU, que fue apresado el 16 de septiembre de 1973 en el cerro Placeres, como queda consignado en el Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, estuvo detenido en la Universidad Técnica Federico Santa María , en el Buque Lebu y en la Esmeralda.
Ricardo Aravena recuerda que en La Esmeralda se encontraban la mayoría de las mujeres detenidas. Al ser preguntado si en el Lebu habían mujeres, responde que “las mujeres estaban en camarotes, pero la gran mayoría estaba en la Esmeralda”, en este lugar las mujeres sufrían las torturas físicas y psicológicas, junto con vejaciones sexuales.
La tortura sistemática
Las torturas que sufrieron los presos políticos aún dejan secuelas en ellos, como cuenta Ricardo Tobar, marino constitucionalista detenido el 16 de septiembre de 1973 por ir en contra del golpe militar. Ricardo cuenta que “la primera tortura fue cuando llegaron a buscarnos en Quintero a mí y dos compañeros más. Nos sacaron de la casa y lo primero que escuchamos fue que mataron al perro, le dieron un balazo. Nos sacaron al patio y nos pararon en la muralla, a mi compañero Nelson lo apuñalaron con un yatagán, en ese momento el bebé más chico se puso el oficial al mando del pelotón dice que le manden un culatazo a la guagua, en eso yo me tiro sobre el niño para salvarlo. Ahí me cortó la mano con el yatagán, le iba a pegar con la culata y dio vuelta la wea, ahí me cortó. Aún tengo el dedo sensible”. Cuenta también que “me hicieron el teléfono, me dieron culatazos y golpes; además me hicieron un falso fusilamiento, ahí fue donde conocí el miedo”. El teléfono consistía en golpear fuertemente los oídos de los detenidos para generar sangramiento y desestabilizarlos.
También usaban como tortura la electricidad. Para Ricardo Aravena la corriente fue algo muy doloroso “aplicaban corriente en las manos, los testículos, en los pies, cosa que recorriera todo el cuerpo”. En cambio Héctor Cataldo cuenta que “me empezaron a colocar corriente, eso para mí fue un alivio porque desde cabrito me gustaba reparar aparatos eléctrico y yo probaba la corriente con la mano, tenía mucha resistencia. Una de las cosas para evitar los golpes era hablar, pero como yo no iba a hablar prefería la corriente así que gritaba como condenado para que se ensañaran y pensaran que me dolía”, todo esto porque dentro de las torturas que le realizaron en los interrogatorios, le golpeaban el estómago y para enderezarlo le daban latigazos en la espalda, dice también que ya no podía más “en un momento pensé en tirarme de la ventana si me iban a buscar nuevamente para interrogarme”.
La revista Apsi fue uno de los medios de comunicación que estuvo en contra de la dictadura. En la edición del 7 al 20 de febrero de 1984 evidenció que se realizaban torturas en los centros de detención. Las declaraciones de los entrevistados constatan que se aplicaba corriente en las zonas sensibles del cuerpo, se realizaban colgamientos durante tiempos prolongados, además de torturas psicológicas como mantener en silencio a los detenidos para que perdieran el sentido del tiempo, mantenerlos despiertos durante días y mantenerlo solos con los ojos vendados.
La Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura ratificó e incluyó nuevos método, como son las humillaciones, en donde hacían ingerir desechos orgánicos, besar las botas de un agente militar o policial y arrastrarse por el suelo. Además, se realizaban juegos en donde la vida del detenido corría riesgo como es la ruleta rusa.
Muchos de los torturadores más brutales fueron entrenados en la Escuela de las Américas, ubicada en Centroamérica. En este lugar se hacían cursos para aprender a torturar y a reprimir. Entre los enviados se encontraba Álvaro Corbalán, quien está condenado por decena de causas.
La luz entre tanta oscuridad
Entre todos los interrogatorios y torturas los detenidos buscaban formas de distraerse y tratar de dejar de lado, por un momento, todo el sufrimiento que los habían hecho pasar los llamados garantes de la seguridad nacional. Ricardo Tobar recuerda “los que teníamos mayores estudios nos poniamos a hacer clases a los demás, a veces jugábamos fútbol o nos poniamos a arreglar la cárcel porque estaba todo malo y sucio”. Aurelio González también recuerda que la cárcel estaba en malas condiciones “la Cruz Roja Internacional nos regaló pintura y pintamos toda la cárcel”.
Ricardo Aravena también recuerda los momentos de distracción que podían tener a pesar de no poseer mucho tiempo “nos dábamos ánimo entre nosotros, en un momento hicimos un show. Unos compañeros contaban chistes, otros cantaban; no podíamos hacer nada más porque teníamos muy restringido el tiempo”. En todos los centros de detención a lo largo del país los presos intentaban hacer cosas para distraerse. En el libro “Tejas Verdes: Diario de un campo de concentración en Chile”, de Hernán Valdés, se cuenta que los presos juntaban cualquier cosa para entretenerse en algo, aunque fuera algo inservible.
Para muchos lo único importante era en salir vivos de todo ese calvario. Ricardo Aravena recuerda “quería sobrevivir, yo tenía 17 años. Había que tratar de llevar lo más placentero el encierro y las torturas, dentro de lo que se podía, porque o sino uno se volvía loco”. También reflexiona que su detención y las constantes torturas “me cambiaron todo el panorama, los sueños y aspiraciones que tenía uno a los 17 años”.
Durante las torturas los detenidos buscaban formas para que el dolor no fuera tan fuerte y trataban de pensar en otras cosas. “Yo pensaba en no hablar ni caerme, esas cosas marcan psicológicamente. Uno se vuelve inestable, si hay algún problema me retraigo” cuenta Héctor Cataldo. Ricardo Tobar también recuerda que intentaba resistir de alguna manera los golpes y torturas “lo que me ayudó a sentir menos dolores fue que en la escuela nos enseñaban judo. Ahí el profesor nos enseñó el por qué gritan tanto, que es para mitigar el dolor”
La vida después de la dictadura
Pasaron los años, la dictadura cayó o pacto su salida, Pinochet murió impune y con honores, por parte del ejército, se realizó su funeral. Muchos de los detenidos y torturados, además de los familiares de desaparecidos, aún siguen sufriendo las consecuencias físicas, psicológicas y sociales que llevarán en su espalda por el resto de su vida. La sociedad chilena o el Estado de Chile están en deuda con todas estas personas, pero para algunos un simple bono es un pago por todo el sufrimiento que les fue causado.
Las pensiones por ser exonerado y preso político son incompatibles entre ellas, personas que tienen las dos condiciones deben elegir entre una u otra. “El estado neoliberal pero de la Concertación, decidieron que esas dos pensiones no son compatibles” comenta Héctor Cataldo. En algún momento a algunos ex-presos políticos les ofrecieron un bono de tres millones. Ricardo Tobar critica esta acción “me torturaron, me echaron de la pega, estuve vagando 15 años para encontrar un trabajo y nos quieren dar un bono de tres millones; eso fue una burla”. El Estado se debe hacer cargo y reparar de alguna forma el sufrimiento, quizás es muy difícil remediar el daño, pero algo se debe hacer. También es necesario que la justicia haga su trabajo y se condenen a cientos de torturadores y asesinos que transitan libremente por la calle como si nada hubieran hecho.
Los ex presos políticos le perdieron el temor a la muerte. Héctor Cataldo relata que “yo sé que estoy viviendo gratis así que no le tengo miedo a la muerte”. Ricardo Aravena también comenta que “no le tengo miedo a la muerte, ya tengo 62 años. La espero tranquilo, me regalaron varios años más de vida” Luego de haber sido privados de libertad durante meses e incluso años y de haber sido torturados, muchos valoran la libertad que se tiene hoy. Héctor Cataldo alude a este término diciendo que “lo que valoro es la característica de la naturaleza humana de decidir qué hacer o no hacer”. Ricardo Aravena también se refiere a esto y comenta “estando detenido uno veía la muralla y pensaba que pasándola estaríamos libres, pero no se podía. Hay que cuidar la libertad. Lo que más aprecio hoy es la libertad, de todo tipo”.
Es necesario como sociedad chilena y como humanos cuidar la libertad que se ha ido ganando con los años. No podemos ceder a las nuevas oleadas ultraderechistas que se van dando en el mundo y que buscan quitar algunos derechos básicos que tenemos. Para eso hay que ir aprendiendo de los errores e ir recordando los sucesos que se han dado, como la dictadura chilena. Para eso era y es necesario recuperar las memorias de diferentes actores sociales que sufrieron el calvario de haber sido detenidos y torturados por personas que debieran cuidar de la ciudadanía, pero que volcaron sus armas para asesinar despiadadamente a sus connacionales.
También es necesario que se deje de enaltecer a asesinos y violadores de derechos humanos. Es incomprensible que hasta el día de hoy se tenga una estatua y se venere a un golpista, como es José Toribio Merino. En el Museo Naval aún se conserva una imagen, lugar hasta donde llegan, cada mes, decenas de personas a protestar en contra de la permanencia de la figura de Merino.
http://uplatv.cl/2018/12/13/valparaiso-las-cicatrices-de-un-puerto-torturado/
Se cae otro montaje de la dictadura: Capitán que defendió presos políticos fue asesinado
Por Mario López M.
Copia del expediente tenido a la vista en exclusiva por Cambio21, da cuenta de que la mentira de años no tenía ningún asidero. El entonces capitán Osvaldo Heyder no se suicidó, tampoco sustrajo fondos y terminó siendo ascendido.
Una lucha por años silenciada de su hija, Cecilia, pareciera llegae a su fin. A pesar de que casi la mitad del expediente está censurado o tarjado, lo que no permite conocer detalles del crimen, en el Ejército se reconoce la intervención de terceros.
Por años, en dictadura e incluso en democracia, se mantuvo una mentira que escondía un asesinato. Se aseguró por décadas que un capitán de Ejército destinado a Talca, el 5 de junio de 1975, se habría suicidado. La razón, esgrimieron en aquel entonces, sería que el oficial tenía serios problemas de faldas y líos económicos, pues se habría apropiado- o desviado-,de fondos institucionales.
Ante la inconsistencia de las aseveraciones oficiales, contradictorias entre otros con los dichos de los dos uniformados que lo encontraron al interior de su vehículo particular esa fatídica mañana a las 11:10 horas, salió la segunda versión: lo mató un comando marxista. Incluso se acompañó al proceso un panfleto mimeografiado de un presunto grupo extremista, denominado “Los que jamás olvidan”, que se habría atribuido el crimen.
Jamás investigaron
Pero la verdad era otra, y siempre lo supieron. Un informe de fecha 31 de julio de 1975, emanado del coronel (J) Gonzalo Urrejola y dirigido al comandante en jefe de la Tercera División del Ejército, sostenía: “… debo expresar a US., que la investigación ha sido bastante incompleta, máxime si se considera la gravedad y trascendencia del hecho”.
Y era cierto, nadie quiso -o nadie se preocupó-, de recabar las más mínimas pruebas: “se omitieron varias diligencias importantes, que ya no es posible realizar con éxito. Desde luego un peritaje inmediato del arma hallada en poder de Heyder habría podido determinar el momento en que fue disparada, pues los residuos y el olor de la pólvora persisten por un periodo aproximado a las 24 horas. Ello es especialmente relevante si se tiene en cuenta que el informe de autopsia expresa que el hígado del occiso estaba ‘tibio’, lo que prueba una muerte reciente. El indicado peritaje habría incluido también el examen de las huellas dactilares”, asegura el mentado oficio.
“Se echa de menos también una inspección ocular al sitio del suceso y al vehículo en que fue hallado Heyder para determinar con la máxima precisión si hubo algún forcejeo o agresión; impactos de bala, vainillas halladas, etc., levantando el acta respectiva”, consigna el coronel Urrejola. También critica el primitivo informe del legista que dijo que era suicidio, por ser “somera”.
Lo mataron en acto de servicio
El entonces comandante en jefe de la Tercera División del Ejército era el general Nilo Floody. Este, al conocer los antecedentes, no solo compartió las apreciaciones del fiscal, en el sentido que debió haberse hecho más para aclarar el crimen, y pasó los antecedentes al entonces comandante en jefe del Ejército, Augusto Pinochet, el que por muchos años los sumió en el más absoluto olvido.
Tiempo más tarde la Corporación Nacional de Verdad y Reconciliación –continuadora de la labor iniciada por la Comisión Rettig-, le concedió al capitán Heyder la condición de víctima de violencia política.
Para su hija, quien por años se ha jugado por que se devele la verdad y se limpie el nombre de su padre, no ha sido fácil entrar al mundo de los DDHH.
Han dicho que Heyder era de la DINA, lo que no es efectivo; sí es verdad que desde antes del golpe formaba parte del Servicio de Inteligencia Militar (SIM) y que tras el 11 de septiembre le ordenaron seguir en esa área, por lo cual debió coordinar con la DINA. También se afirma que cuando dirigía la Sección de Inteligencia del Ejército en su unidad, el Regimiento Maipo de Valparaíso, fue bondadoso en su trato hacia a los prisioneros, y que por ello habría entrado en conflicto con la gente de Manuel Contreras.
Lo asesinaron: ¿Quién y por qué?
Si bien quedó establecido que fue asesinado y que no cometió los ilícitos que le imputaron para justificar el presunto suicidio, no se ha determinado quiénes lo ultimaron y cuál fue el motivo de ello. La historia contada a este medio por personas que lo conocieron en la Quinta región, da cuenta que ayudó siempre a quienes estaban presos por sus ideas tras el golpe de Estado. Gran parte de aquellos con los que Cambio21 se contactó, dan fe que varios salvaron de morir o estar desaparecidos gracias a sus gestiones.
Corría 1974, apenas había pasado un año del golpe y en el país campeaban los abusos de la dictadura. La DINA, organizada en “Brigadas” y estas en “agrupaciones”, devastaba los aparatos políticos de los partidos opositores que trataban de vivir en clandestinidad. Una de esas agrupaciones, denominada “Vampiro”, integrante de la Brigada “Caupolicán” de la DINA, recaló en Valparaíso. Objetivo: exterminar a la dirigencia regional del MIR.
No les fue difícil capturar a sus más importantes líderes en el puerto. El jefe de aquella operación fue el otrora teniente Fernando Lauriani, alias “El teniente Pablito”. Los presos fueron trasladados al regimiento Maipo, donde fueron brutalmente torturados. Presos -entre ellos el entonces líder del MIR en la zona, Erick Zott-, recuerdan que Heyder se opuso a esa brutalidad y se mostró contrario a Lauriani, lo que terminaría costándole caro.
El SIM del Regimiento Maipo, encabezado por el capitán Heyder, ayudó en las capturas, no en los interrogatorios.
El enfrentamiento con la DINA
El testimonio judicial de la “flaca Alejandra” confirma los dichos de los presos de Valparaíso: En 2003 la Brigada de DDHH de la PDI la interrogó. En esa oportunidad reconoció que después de estar en Valparaíso “me enteré que Fernando Lauriani había tenido problemas con un oficial importante del regimiento Maipo, quien no estuvo de acuerdo con los métodos utilizados por el encargado de los interrogatorios (Lauriani); es decir, con la aplicación de torturas en los interrogatorios (…) Esta situación la recuerdo muy bien, por cuanto fue la primera vez que escuchaba que algún militar estuviera totalmente en contra de los métodos de la DINA y les encarara los interrogatorios o la aplicación de torturas”.
No fue lo único. Una fuerte discusión entre Lauriani y Heyder se originó porque este último protegió a una mujer que estaba presa y embarazada y que, de hecho, dio a luz en el mismo regimiento, un par de gemelas. Se trataba de Liliana Castillo Rojas, esposa de Neftalí Carabantes Olivares, quien hasta hoy se encuentra desaparecido. “Osvaldo (Heyder) dispuso todos los recursos a disposición para que el parto y la convalecencia fueran satisfactorios, a pesar de que Lauriani se opuso a los ‘tratos especiales’ aplicados”, relató Zott a PDI.
También recuerda otro hecho ocurrido a fines de 1974, oportunidad en que se le acercó Heyder “preguntándome qué podía hacer por nosotros, haciendo presente que por mí no estaba en condiciones de intervenir. Yo le solicité que, bajo el pretexto de diligencias pendientes, solicitara que las mujeres permanecieran en el regimiento”. Pocos días después 15 de los prisioneros fueron trasladados a Santiago. Un grupo de ellas logró quedarse allá, gracias a las gestiones de Heyder.
Fernando Lauriani se encuentra condenado por estos hechos y la desaparición de ocho de los que fueron trasladados. Un mes más tarde Heyder sería trasladado a Talca, donde fue asesinado.
Un hecho revelador. El arma con que habría sido asesinado el capitán, habría provenido de la Colonia Dignidad, lugar donde se encontraron tres fichas asignadas a él. Una declaración del ex guardaespaldas de Paul Schäfer, Kurt Schnellenkamp, reconoció conocer el nombre de un tal “Heide” o “Heiden”, respecto del cual –dijo- “no puedo decir si este corresponde a Osvaldo Heyder. Sobre este ‘Heiden’ se discutía bastante en la colonia, aunque de forma reservada”.
Un dato no puede pasar inadvertido: Lauriani y Moren Brito, en declaraciones judiciales, reconocieron haber estado en Talca en junio de 1975, enviados por Manuel Contreras.
“Se ha limpiado el nombre de mi padre”
Cecilia Heyder, hija del asesinado capitán de Ejército, es clara: “Mi objetivo era limpiar el nombre de mi padre, demostrar que no se suicidó y que no se apropió de dineros, como se dijo en su oportunidad para justificar el presunto suicidio”, dijo a Cambio21.
Hoy los restos del militar descansan en el panteón de los altos mandos del Ejército. El hecho es indiciario. “Si hubiera tenido mal comportamiento o hubiera hecho aquello de que se le acusaba, no estaría allí”, dice su hija.
No se crea que todo ha sido fácil para Cecilia Heyder: “Pasé 5 meses tratando de visitar a mi papá en el mausoleo militar, donde siempre la puerta estaba cerrada. Después de muchas visitas y peleas, tuve una entrevista con el director del cementerio, quien me explicó que él no tenía atribuciones para facilitarme el acceso, ya que es un mausoleo institucional y del Ejército”.
“Llegue a la dirección del Ejército con el dolor de mi alma, mientras recorría los pasillos quería llorar no se imagina la angustia, hablé con el coronel a cargo y le dije de todo, ‘no les basto que me arrebataron la posibilidad de crecer junto a mi padre, me perdí su cumpleaños y aniversario por esa maldita puerta cerrada. Uds. ¡SI! Uds. lo asesinaran ahora lo secuestran’, les dije. No se puede imaginar la impotencia que sentía mientras hablaba, me corrían las lágrimas, le pregunté si tenía que hacer una acción legal o pagar por visitar que me lo dijera”
“Después de muchas disculpas y más disculpas, para que me quedara tranquila, me entregaron una copia de la llave”, relata Cecilia Heyder.
Está cansada, enferma –reconoce-, duda que pueda resistir en un juicio tratando de buscar quién lo mató y por qué, aunque dice tenerlo claro. No solo por su estado de salud, sino porque no cree en la justicia en Chile y porque no le interesa recibir dinero “a cambio de la vida de mi padre. Ni todo el oro del mundo me lo devolverá, ninguna suma me devolverá a mi familia que se desintegró desde el mismo momento de la muerte de mi padre”.
“Me queda que es inocente, que lo ‘castigaron’ por dar un trato humanitario a personas que estaban presas por la DINA, que lo mandaron a Talca y en ese lugar le pasaron la cuenta”, reflexiona. En la medida de sus medios, dice que seguirá investigando quién lo mató y por qué.
Tampoco cree que el Ejército coopere para saber aquello, a pesar que asegura que esa información existe y los militares la conocen. Incluso confidencia que un criminal, cuyo nombre prefiere mantener en reserva y que está encarcelado en Punta Peuco, se contactó con ella para “hablar sobre su padre”. Se negó a ir, sería mal interpretado, asegura. “¿Cómo les voy a creer a aquellos que aseguraron que era natural que mi padre fuera a hacer guardia solo y en su vehículo particular, a una torre de Entel, donde lo mataron?
“El Ejército me masca, pero no me traga”, reconoce, agregando que “siento impotencia que la causa esté sobreseída y no se haya seguido investigando para conocer a los autores del crimen. Lo de mi padre fue otro montaje. En el Ejército ya no se enseña el honor militar, salvo unos pocos que he conocido últimamente, nobles y con honor. En el resto hay una cofradía donde se protegen unos a otros”.
Heyder pasa a formar parte de los héroes olvidados
Los testimonios de personas que fueron presos políticos y que reconocen en Heyder a alguien distinto y que incluso se jugó por ellos -sumado a los propios dichos de agentes del Estado de aquella época que participaron de la violación de los DDHH y que confiesan que el capitán se rebeló ante el poder y atrocidades de la DINA-, unido a este expediente en su parte sumario, que muestra y acredita que no se suicidó ni que cometió los ilícitos con que buscaron denigrar su nombre, lo hacen merecedor de formar parte de aquellos militares que en silencio se opusieron a crímenes de la dictadura.
Quizás aún falte precisar más algunos detalles de su paso por Valparaíso, pero al menos aquellos que lo conocen dan fe de que sí se jugó en contra de la banda de Manuel Contreras.
La lista de los verdaderos héroes del Ejército y el resto de las FFAA tienen otro nombre: el del capitán Osvaldo Federico Heyder Goycolea, asesinado en 1975 por la DINA. Este se suma a los Luis Iván Lavanderos Lastate, mayor asesinado en octubre de 1973, en Santiago, por auxiliar a prisioneros del Estadio Nacional. Al cabo 2° Manuel Nemesio Valdez, apresado el 18 de noviembre de 1974 en Escuela de Caballería de Quillota, hoy detenido desaparecido. A Juan Calderón Villalón, oficial de Marina, asesinado el 29 de septiembre de 1973 en Pisagua.
Allí también otro marino, Juan Jiménez Vidal, fue asesinado el 29 de septiembre de 1973. Alberto Salazar Briceño, oficial (r) de la Armada, fue asesinado el 23 de junio de 1979 en Concepción. Juan Cárdenas, sargento, fue torturado y exiliado. Rodolfo Alfaro Repfening, suboficial, torturado, dado de baja y también exiliado. El nombre del general Alberto Bachelet, padre de la Presidenta Michelle Bachelet, asesinado durante el periodo de privación de libertad. A él se suman el general Jorge Poblete. El coronel Carlos Ominami Daza, padre del ex senador Carlos Ominami. El coronel Rolando Miranda, los capitanes Jorge Silva y Ernesto Galaz y tantos otros detenidos, torturados, exiliados, ejecutados o hechos desaparecer.
Tantos más prefirieron sufrir la bestialidad de la dictadura antes de renunciar a sus principios.
https://cambio21.cl/cambio21/se-cae-otro-montaje-de-la-dictadura-capitn-que-defendi-presos-polticos-fue-asesinado-5c090d26cd49b033950b68f7
Nota: Alberto Salazar Briceño no era oficial (r), sino Cabo artillero detenido el 6 de agosto de 1973 a bordo del Blanco Encalada y condenado por sus posiciones constitucionalistas en la Causa Rol Nr. 3926/73.
El 1° de diciembre se llevó a cabo la inauguración del séptimo memorial de la “Ruta de la Memoria” de la región de Valparaíso. Ceremonia anunciada en nuestro portal en la inauguración del Sitio de Memoria y Monumento Nacional con categoría de Histórico. En estos “Campos”, tanto en el de “Melinka” (denominado también Isla Riesco y Operativo X) en Colliguay, como el campo de prisioneros de Puchuncaví ( “Balneario Puchuncaví” ) lo habilitaron los marineros constitucionalistas. El Balneario de Puchuncaví fué habilitado como campo de concentración con el trabajo forzado a que se sometió a la marinería constitucionalista a inicios de 1974.
Antonio Rey quien también estuvo preso y de profesión arquitecto. Quién construyo una maqueta del campo de concentración Isla Riesco, que fue publicada en la revista Siete +7 edición 45 del día viernes 17 de enero del año 2003.
Registro, Extracto sobre “Melinka”, del Libro Auto Biográfico que escribiera el marinero Jaime Espinoza, ” El Deseo de Vivir “, año 2003
Campo de Concentración Colliguay, Isla Riesco, Melinka u Operativo “X”
Escuela Militar: ¿orgullo de Chile?
Osvaldo Torres
Fuente: EL MOSTRADOR, 20 marzo 2017
Quizás lo más preocupante de la columna en comento es que deja instalada las bases ideológicas de nuevos golpes de Estado, cuando afirman, los cuatro ex ministros, citando a O’Higgins, que en la formación de los futuros oficiales debe tenerse la certeza de que en ellos está “el porvenir del Ejército y sobre este Ejército la grandeza de Chile”, pues esto se parece demasiado al rol de “garantes de la institucionalidad” que le asignara la Constitución de 1980.
Recientemente se ha publicado una columna de opinión de cuatro ex ministros de Defensa: Allamand, Burgos, Ravinet y Vidal. La columna es importante, porque refleja un consenso político tanto sobre el papel del Ejército en la forja del “carácter de la patria”, de “su estabilidad política, desarrollo económico y solidez democrática” (¡sic!), como en su contribución a la formación de sus oficiales, “herederos de una formación sólida en valores y contenidos”.
Aún recuerdo, en los años de la persecución cruenta luego del golpe cívico-militar, que a mis amigos Juan Carlos Rodríguez y Cecilia Castro los detuvieron, torturaron e hicieron desaparecer. Los padres de ella dieron bajo presión la dirección donde vivía su hija a sus persecutores, porque estos les dijeron que los “oficiales del Ejército de Chile no mienten” y les prometieron que “la regresarían sana y salva”.
Sabido es, también, que la DINA y la CNI fueron dirigidas por generales formados en la Escuela Militar; que los asesinatos de los comandantes en Jefe R. Schneider y C. Prats fueron ideados y ejecutados por oficiales del propio Ejército y el personal que organizó, operó –usando instalaciones del Ejército– en las torturas, secuestros, asesinatos y atentados internacionales, salieron de esa casa matriz, en que son “herederos de una formación sólida en valores y contenido”. Nada de eso se señala en la columna, ni menos en un sentido autocrítico.
Es más, al relevar el juramento de los oficiales, se afirma que su diferencia con otras autoridades es que “solo los militares juran poniendo sus vidas por delante. La disciplina es la médula de la vida militar, la que enseña a mandar y a obedecer”. La evidencia histórica dice que los oficiales del Ejército que cazaban opositores entre 1973 y 1989, luego de detenerlos, una vez indefensos, los torturaban y muchos fueron ejecutados, sin riesgo para la vida del militar. Debo recordar que fue la principal autoridad civil de la República, la que juró y pagó con su vida la defensa de la Constitución.
Luego del bombardeo a la sede de Gobierno, fue asaltada por el general de Ejército Javier Palacios. Es “extraño” que tres de los columnistas, proviniendo de la Concertación, no mencionen estos hechos históricos conocidos y reconocidos en los Informes Rettig y Valech.
Pero donde sí tienen razón es que allí se les “enseña a mandar y obedecer”. ¿A mandar para ejecutar crímenes y aplastar la Constitución? ¿Para legitimar la obediencia debida, cualquiera sea la orden? De esto nuestros ex ministros de Defensa no dicen nada, como si no fueran preguntas que nos hacemos los chilenos en este período en que democráticamente se busca tener una Nueva Constitución que definitivamente subordine a las FF.AA. al poder civil. ¿Los textos de estudio de esa Academia problematizan estos temas sobre la experiencia nacional e internacional reciente en derechos humanos y el “mandar y obedecer” tan neutral de esta columna?
La afirmación relativa a su contribución al desarrollo económico es generalista y legitimadora del papel del Ejército. ¿Se refiere al Cuerpo Militar del Trabajo, que construye carreteras en lugares inhóspitos o a su papel en imponer a sangre y fuego el modelo neoliberal, que privatizó el sistema de pensiones, la salud y la educación y entregó a precio vil las empresas del Estado? ¿Su aporte a la estabilidad política y solidez democrática se refiere al período de la dictadura que, según el relato derechista, proveyó de estabilidad y disciplinó a los chilenos? ¿Y con lo de la “solidez democrática” se refiere por la Constitución ilegítima en origen y resultado? Solo es posible responder afirmativamente si se pretende borrar la experiencia histórica.
Quizás lo más preocupante de la columna en comento es que deja instalada las bases ideológicas de nuevos golpes de Estado, cuando afirman los cuatro ex ministros, citando a O’Higgins, que en la formación de los futuros oficiales debe tenerse la certeza de que en ellos está “el porvenir del Ejército y sobre este Ejército la grandeza de Chile”, pues esto se parece demasiado al rol de “garantes de la institucionalidad” que le asignara la Constitución de 1980, argumento defendido, ya que la identidad de la patria se habría forjado en las guerras contra los españoles, los mapuches y la Confederación, colocando así a las FF.AA. como la expresión verdadera del interés de la nación, por sobre la soberanía popular, los civiles y los intereses particulares de grupos.
No se trata de afirmar que las Fuerzas Armadas no son parte del país, ni que toda su trayectoria es un mar de sangre y represión, pero lo que uno debiera esperar de ministros de Defensa, depositarios de la soberanía popular, es que resguarden el lugar que les corresponde a las FF.AA. en el sistema democrático y no borren de la historia los crímenes cometidos, incluso contra sus propios camaradas.
No se trata de afirmar que las Fuerzas Armadas no son parte del país, ni que toda su trayectoria es un mar de sangre y represión, pero lo que uno debiera esperar de ministros de Defensa, depositarios de la soberanía popular, es que resguarden el lugar que les corresponde a las FF.AA. en el sistema democrático y no borren de la historia los crímenes cometidos, incluso contra sus propios camaradas. En este sentido, me resuenan las palabras de T. Adorno, cuando señaló: “Solo se habrá elaborado el pasado cuando las causas de lo ocurrido hayan sido eliminadas. Solo porque las causas subsisten, hasta el día de hoy no se ha roto su hechizo”.
Finalmente, el que la columna la escriban personeros de los dos bloques que pactaron la transición, expresa el grado de acuerdo que existió no solo en el plano del modelo económico, sino también en la posición de relativización de la subordinación del poder militar al civil, con todo lo que ello ha significado para la democracia.
J.A. 20 MAR 2017
Con tanta solidez como exactitud, Osvaldo Torres, en su muy pertinente comentario sobre el panegírico dedicado a la Escuela Militar que un cuarteto de ex ministros de Defensa –perfecta representación del duopolio neoliberal– recientemente publicó, aclara de manera irrefutable lo esencial de las actuales Fuerzas Armadas, a niveles doctrinales, institucionales e históricos, subrayando que lo más preocupante de esa columna es dejar “instalada las bases ideológicas de nuevos golpes de Estado, cuando los cuatro ex ministros afirman, citando a O’Higgins, que en la formación de los futuros oficiales debe tenerse la certeza de que en ellos está ‘el porvenir del Ejército y sobre este Ejército la grandeza de Chile’, pues esto se parece demasiado al rol de ‘garantes de la institucionalidad’ […] colocando, así, a las FF.AA. como la expresión verdadera del interés de la Nación, por sobre la soberanía popular, los civiles y los intereses particulares de grupos”. Aunque –como escribe Torres, no siendo verdad “que toda su trayectoria es un mar de sangre y represión”– constituye deber insoslayable reconocer los enormes crímenes cometidos, contra nuestros pueblos originarios, al menos en 23 grandes masacres y durante toda la vil Dictadura, asesinando también a militares –incluyendo dos comandantes en jefe del Ejército– además de torturar, violar, saquear, robar, desfalcar… También, es absolutamente inaceptable que continúen a enviar miembros suyos a la Escuela de las Américas –ahora llamada Instituto de Cooperación y Seguridad del Hemisferio Occidental– formadora de implacables sicarios al servicio del Imperio y contra sus compatriotas, ni que en sus cuarteles hayan estatuas, pinturas, fotografías y otros ‘reconocimientos’ a los cobardes traidores golpistas que se ensañaron contra la mayoría de la población chilena, durante 17 horrendos años de impune brutalidad. En los archivos anexos –a pesar de que son una muy pequeña selección de artículos– hay datos de sobra para mejor saber que han sido, realmente, las Fuerzas Armadas y ‘de Orden’ en este maltratado Chile. Por eso, la muy responsable y patriótica propuesta de marinos constitucionalista, publicada en febrero 2015, Democratización-Integración FF.AA. Chilenas. Reflexión y Propuesta de la Marinería Constitucionalista y Antigolpista merece ser divulgada y estudiada, luchando por su plena implementación en el Ejército, Marina, Aviación y militarizados Carabineros, mínimo.
A continuación la propuesta:
Jaime León Balladares Contreras
Marinero1°: Jaime León Balladares Contreras
Especialista en Artilleria.
Detenido el 08,agosto 1973
Procesado y condenado a 3 años de presidio, Proceso Causa Rol Nr. 3926/73 Talcahuano 1973 por sus principios constitucionalistas.
Detenido en el Crucero Ohiggins a las 17,40.
Torturado y vejado en el cuartel Borgoño como mis compañeros de armas por tratar de impedir el golpe de Estado en Chile..
Aún asi en el dia de hoy, pienso y actuaría exactamente igual. Mi pensamiento era y es que el estado de derecho no se puede violar solo porque no se acepta el color politico de los conciudadanos.
Nosotros respetamos en la entrega de armas bajo juramento ante nuestra bandera, defender las Constitución y las Leyes de la República.
Mi entrenamiento y capacidad en Armamentos fueron y serían para defender al pueblo chileno, sus derechos, la libertad de pensamiento y elecciones libres.
A pesar de los golpes, el exilio, los años en prisión, no me harán nunca cambiar de opinión.
Yo y mis compañeros de armas, sacrificamos nuestra juventud, nuestras vidas, y fuimos golpeados y olvidados por aquellos que no pudieron o no quisieron decir !NO! !NO! a la matanza de chilenos, al golpe militar de algunos oficiales golpistas que no supieron tener el valor y la constancia en defender los derechos y deberes que juraron un día en las Escuelas de la Armada,
Jaime Balladares.
Marinero 1° Artillero.