INFORMACIÓN SOBRE LA DETENCION Y TORTURA DE BERNARDO CARVAJAL SEPÚLVEDA
DATOS DE IDENTIFICACION
NOMBRE: Bernardo
APELLIDOS: Carvajal Sepúlveda
FECHA DE NACIMIENTO: 18 de Abril de 1949
ESTADO CIVIL: Casado
NACIONALIDAD: Chilena
PROFESIÓN: Electricista (Pd)
ANTECEDENTES POLÍTICOS Y SOCIALES AL MOMENTO DE LA DETENCIÓN
Sin antecedentes políticos, sociales ni gremiales
DATOS DE LA DETENCIÓN:
FECHA DE LA DETENCIÓN: 08 de Agosto de 1973
LUGAR DE APREHENSIÓN: Lugar de trabajo: Talcahuano, Chile. Crucero Prat.
TESTIGOS DE LA DETENCIÓN: Si hubo, marinero 1° Electricista Mario Cordero Cedraschi
ORGANISMO QUE REALIZÓ LA DETENCIÓN: Armada de Chile
CARACTERÍCTICAS DE LA PRIVACIÓN DE LA LIBERTAD:
Detenido sin juicio, a disposición de un tribunal militar. ROL 3926/73
RESULTADO: Condena de presidio a 3 años
FECHA DE LIBERTAD: 06 de Septiembre de 1976
ORGANISMOS QUE CONOCIERON LOS HECHOS:
Naciones Unidas, Amnistía Internacional, Cruz Roja Internacional, ACNUR, Vicaría de la solidaridad, etc.
RECINTOS D E RECLUSIÓN:
- Cuartel Borgoño: (Infantería de Marina) Talcahuano, detenido desde el 08 de Agosto de 1973 hasta el 09 de Agosto de 1973 en calidad de incomunicado con sesiones de tortura.
- Cuartel Rodríguez: (Infantería de Marina) Talcahuano, desde el 10 de Agosto hasta el 10 de Septiembre de 1973, incomunicado. Todo antes del golpe de estado.
- Isla Quiriquina: (Escuela de Grumetes) Talcahuano. Desde el 10 de Septiembre de 1973 hasta Octubre de 1973.
- Cuartel Silva Palma: (prisión de la marina, recinto naval) Desde Octubre de 1973 a Noviembre de 1973.
- Cárcel pública de Valparaíso: Noviembre de 1973 a Diciembre de 1973.
- Isla Riesco o Melinka: (Campo de Concentración) Diciembre de 1973 a Abril de 1974.
- Puchuncaví: (Campo de Concentración de la Armada de Chile) Desde Abril de 1974 a Julio de 1974.
- Cárcel pública de Valparaíso: Desde Julio de 1974 a Septiembre de 1976 de donde me dieron la libertad.
TIEMPO TOTAL DE PRIVACIÓN DE LA LIBERTAD: 3 Años, 1 Mes, 18 Días, Desde el 08 de Agosto de 1973 al 26 de Septiembre de 1976.
MI SECUESTRO Y TORTURA
ENERO DE 1973: Un grupo de aproximadamente 18 marinos, fuimos trasladados desde la escuela de Ingeniería Naval al crucero Prat, la mayoría egresados con el título de especialista en electricidad de poder. Ya éramos profesionales. Nuestras edades iban desde los 20 a 24 años aproximadamente, por lo tanto teníamos muchos sueños e ilusiones. Por supuesto no estábamos ajenos a la situación política del país y opinábamos como todo el mundo lo hacía: las colas, el desabastecimiento, el mercado negro, etc. La mayoría de nosotros defendíamos al gobierno, nos dábamos cuenta de quienes eran los causantes de ese caos; empresarios, gente de la alta sociedad, porque no querían que los trabajadores (comunistas para ellos) estuvieran gobernando el país. Y por supuesto Estados Unidos fomentaba en la oficialidad adentro y afuera de la armada la programación de un golpe de estado en forma totalmente abierta.
Existía en el interior de la fuerza una fuerte deliberación interna, encabezada por los altos mandos, apoyados por la inteligencia naval. Se efectúan procedimientos para seguir e identificar al personal que defiende la constitución o simplemente simpatizantes del gobierno mientras ellos pregonan un golpe de estado.
A partir de Julio – Agosto de 1973, altos oficiales de la armada, con el argumento de que se gestaba un plan subversivo, comienza a detener y a torturar marinos para obligarlos a confesar que se conspiraba contra la armada apoyados por políticos de la época.
Fue así entonces que el día 08 de Agosto de 1973, aproximadamente a las 19:30 horas, entra al taller de electricidad del crucero Prat, un oficial y me pide que lo acompañe, llegamos a una oficina donde había un grupo de oficiales. Uno de ellos era el teniente primero JAEGGER, tenía una carpeta en la mano, supuse era la mía. Me dijo que lo acompañara donde el comandante del buque, siempre acompañados por los otros oficiales. Fuimos hasta el camarote del comandante, hablaron algo entre ellos. Entretanto otro oficial traía al marinero primero, también electricista, Mario Cordero. Después nos condujeron a una camioneta que estaba esperando afuera del buque. Este vehículo consta de tres corridas de asientos, atrás había dos oficiales sentados, nos hicieron sentar en el asiento del medio. JAEGGER se sentó junto al chofer, Mario estaba muy nervioso, me preguntaba que estaba pasando y a dónde íbamos. Yo le respondía que no sabía. Enseguida los oficiales sacaron sus armas y nos apuntaron en la cabeza y nos dijeron que guardáramos silencio. Sinceramente yo no entendía nada, en ese momento me hacía muchas preguntas y no tenía respuestas. Hasta ese momento yo estaba tranquilo pero me fui asustando cuando vi el camino de bosque por el cual íbamos, la oscuridad era total. Pensé Nos van a matar!!… pero …¿Por qué?… Comencé a tener la idea de lanzarme del vehículo, pero no tenía ninguna posibilidad… llegamos a un claro donde habían muchos infantes de marina con el rostro pintado, junto las luces de otros vehículos, se veía muy aterrador. Había unas casetas de madera de 2×2 más o menos y distantes unas de otras.
Los oficiales y el chofer se bajaron del vehículo, quedamos solos adentro esperando algún tipo de desenlace. JAGGER hablaba con otro oficial que al parecer estaba a cargo . Asombrados por lo que veíamos, se acercaron algunos infantes de marina que rodearon el vehículo, abrieron las puertas y nos sacaron. Nos agarraban de todos lados, ropa, cabellos, manos, piernas, nos tiraron abajo y comenzó la fiesta para ellos, nos golpearon con los fusiles, las manos, los pies, nos insultaron, después nos hicieron apoyarnos con los brazos extendidos y las piernas abiertas en la muralla de una caseta y nos revisaron buscando no sé qué cosa, tal vez en sus mentes enfermas, pensaban que llevábamos armas. Yo preguntaba porque estábamos siendo tratados de esa manera, pero era peor porque los golpes e insultos se multiplicaban. Se llevaron a Mario al interior de una caseta, yo quedé esperando afuera apoyado en la pared y me vigilaban algunos soldados con la orden de abrir fuego si yo intentaba escapar.
Desde allí sentía los gritos de dolor de Mario, lo estaban torturando, lo cual me puso muy mal y lo peor era que no sabía por qué. Todo me parecía tan injusto. Estaba con mis pensamientos cuando escuché ¡¡ Hagan pasar al siguiente!! Los guardias me dicen que corra, yo no quise hacerlo y seguí caminando y recibí muchos golpes por esto, pero no los sentía ya, seguí caminando, tal vez el nerviosismo y la bronca que llevaba era la causa de no sentir dolor. Cuando entré en la habitación había muchos soldados con el rostro pintado, al igual que sus armas. Uno de ellos me dijo que me desnudara. Recuerdo el frío de esa noche, Agosto era terrible, ya no podía controlar mi cuerpo, temblaba entero, la única manera de parar ese descontrol de mi cuerpo era cuando me golpeaban, los golpes me daban calor , no temblaba y no sentía dolor.
Me preguntaban nombres de mis contactos políticos, me sorprendía todo eso pues nunca los tuve, sencillamente nunca se dieron a conocer ni tuve charla alguna con ellos. Como mis respuestas no les gustaban , seguían golpeándome. Optaron por traerme a Mario para que viera como había quedado, me decían que yo iba a quedar peor si no hablaba. Miré un instante a mi compañero, solo brevemente para que no me afectara y lo que vi me dejó muy impresionado, su rostro ensangrentado con una palidez mortal y todo mojado y una mirada llena de odio el cual transmitía. Agaché la cabeza para no verlo más, seguramente él ya no sentía dolor pero sí mucho odio, era tan intensa su ira que casi escupiéndole el rostro al oficial verdugo le gritó ¡¡ Mueran los Oficiales!! . Lo miré y lo vi tan decidido que produjo en mí un efecto contrario a lo que ellos esperaban. Dentro de mi sentí una sensación tan extraña, alegría, felicidad de ver a mi compañero tan decidido y valiente, algo que ellos no esperaban. Las cosas les estaban saliendo mal porque en vez de doblegarnos, nos fortalecían, esa era mi alegría y satisfacción.
Esta vez cambiaron la técnica conmigo, me ataron las manos a la espalda, los soldados me izaron y me introdujeron en un tambor de 200 litros de agua cabeza abajo la cual topaba el fondo. Con las manos atadas a la espalda, los soldados agarrándome las piernas, me desesperaba, era una sensación horrible. Cuando estaba casi ahogado me izaban para pedirme nombres, contactos, etc. Como mi respuesta era negativa, volvían a zambullirme y cada vez era más tiempo dentro del agua. Mi desesperación era tan grande que en un momento logre zafar de las ataduras y de los soldados, ellos trataban de agarrarme para ponerme otra vez dentro del tambor nuevamente y yo luchaba con todas mis fuerzas, tiraba patadas y golpes de puño, mordía. Era una situación desesperada. Yo desnudo defendiéndome y los soldados tratando de agarrarme . De repente una voz de mando les pide a los soldados que se retiren , saca el seguro de su arma y me apunta. Viendo lo que se me venía , me dije “debo luchar para sobrevivir, me acordé de mi familia, mi mujer y mis dos hijos, uno de tres meses y otro de cinco años, no podía dejarlos a la deriva , debía luchar.
Le dije al oficial: “Ustedes no van a poder meterme adentro del tambor nuevamente, déjenme meterme solo”… El oficial aceptó y eso me alegró porque me di cuenta de que el oficial era un tarado.
Esta vez metí los brazos primero, mi cabeza ya no tocaba fondo y mis manos ya no estaban atadas a la espalda, era otra sensación, más llevadera, menos desesperante. Después de un rato largo en que los soldados me izaban y me zambullían nuevamente y como yo iba con las manos libres y adelante con lo cual me podía apoyar, se aburrieron.
Después comenzó la tortura psicológica, iban a matar a mi familia si no cooperaba, sabían donde vivía.
Como yo no tenía contactos con ningún político, querían saber quiénes eran mis amigos en el buque y no queriendo comprometer a nadie, inventé un apellido Garcés y además di el nombre de Carlos Barroillet. Yo sabía que Carlos se había retirado de la armada mucho tiempo atrás y estaba viviendo en otro país junto a sus hermanos.
Con esto me dejaron tranquilo y me ordenaron ponerme la ropa. Recuerdo no poder hacerlo, mi rostro a pesar de no poder verlo lo tenía todo inflado y sangraba en forma abundante por la boca, nariz y oídos, era un desastre. Un soldado que me vigilaba, ya era un hombre mayor me dijo: “Hijo trate de vestirse pronto”. Estas palabras en medio de todo lo irracional, me emocionaron y solo atine a mover la cabeza en señal afirmativa.
Me separaron junto a un grupo de marinos, éramos más o menos seis, nos hicieron formar en línea, uno al costado de otro con las manos en la cabeza frente a un pelotón de fusilamiento, pude ver de reojo a mi lado estaba Antonio Ruiz, que también era del buque, yo solo lo conocía de vista en ese momento pero después nos hicimos muy amigos.
En ese momento deseé que las balas me dieran muerte enseguida, no quería quedar herido. Gritaron ¡¡Fuego!! Y no pasó nada, me di cuenta que estaban actuando, era otra forma de tortura psicológica ya que el susto, el nerviosismo y el miedo se quedaron por mucho tiempo.
Más tarde nos subieron a un camión tirados en el piso uno encima del otro y todos los soldados sentados encima de nosotros. Nos trasladaron a unas oficinas que estaban en otro sector, al llegar nos bajaron del vehículo y nos tendieron en el piso boca abajo, nos llamaban de a uno para interrogarnos. Nuevamente lo mismo, esta vez el que dirigía todo, era el capitán Cohen, estaban también los oficiales Bustos, Letelier, Luna, Alarcón, Tapia, Maldonado. Algunos estaban sentados detrás de un escritorio, dejaron una pistola encima de la mesa, seguramente como carnada , que ridículos y torpes eran. Dos oficiales estaban al lado mío, cuando me preguntaban algo y no les complacía mi respuesta, me quemaba con un cigarrillo distintas partes de mi cuerpo o me agarraban a bofetadas, también tenían una madera delgada como una regla con la cual me golpeaban el rostro ¡¡Como dolía eso!! , yo sangraba por todos lados, mi hombro izquierdo quemaba de dolor, estaba todo magullado cuando amaneció.
Nos pararon en línea de nuevo frente a una muralla pintada de blanco. Después de un rato comenzó a salir el sol y nos pegaba en la nuca, la luz solar comenzó a reflejarse en la pared y esta al rebotar hacia nosotros nos ponía en una situación crítica. Después de una noche de tortura había que soportar esto, estábamos muy agotados.
En un momento nos dieron permiso para orinar y no pude hacerlo, a pesar de tener ganas no podía, me dolía la vejiga y no podía orinar.
Después nos dieron un tazón con café, entonces pensé que significaba que nos querían con vida.
Era mediodía cuando nos llevaron a declarar a la fiscalía. El fiscal un tal comandante Villegas, me amenazó con mandarme de vuelta al centro de tortura porque le dije que el apellido Garcés lo había inventado para que no siguieran torturándome, igual que el nombre de Carlos Barroillet.
Fui trasladado al cuartel Rodríguez en calidad de incomunicado junto a 18 marinos más .
Nuestra detención y tortura estremeció al país, organizaciones sociales, políticas y culturales junto a nuestras valerosas familias salieron a defendernos y a aclarar que las acusaciones en nuestra contra eran todas falsas y que nos imputaban cosas que no eran ciertas.
Primero se nos acusa de incumplimiento de deberes militares y después cambian la carátula de acusación y se nos acusa de sedición y motín frustrado.
Después de algunos días de incomunicación, dan de baja a la mayor parte de los marinos enviándolos a la cárcel de Talcahuano. Quedamos solo cuatro en cuartel Rodríguez. José Maldonado, Juan Carlos Montecinos, Maximiliano Domínguez y yo, Bernardo Carvajal.
Fuimos enviados a la Isla Quiriquina la tarde del 10 de Septiembre de 1973. Cuando llegamos a la isla cerca de las 22:00 horas, la escuela de grumetes salía con armamento de guerra hacia Talcahuano. Supuse que era el comienzo del golpe de estado…
Al día siguiente comenzó la gran pesadilla en Chile. Los que tenían dudas con respecto a las torturas, comienzan a experimentarlas en carne propia, el golpe de estado que denunciábamos, se hizo realidad y de paso queda al descubierto quienes eran los verdaderos amotinados y sediciosos y quienes defendíamos las leyes, las instituciones democráticas y la constitución.
A partir del 11 de Septiembre de 1973, se marca el inicio de nuevas vejaciones, se nos denuncia como traidores a la institución, se nos mantiene aislados en diferentes campos de concentración y cárceles, se nos mantiene como desaparecidos y aislados, dependiendo mucho del oficial de turno que estuviera a cargo. Ese era el trato que recibimos, tortura y más tortura como juguetes de los más sádicos oficiales e infantes de marina…
Bernardo Carvajal Sepúlveda