Las similitudes históricas entre los planes de ocupación de las flotas a lo largo del siglo XX, y del plan – o los esbozos del plan – de los marinos chilenos de 1973, son sorprendentes. Éste se asemeja al de los marinos rusos de 1905 (recordemos que el plan no se ejecutó porque la tripulación del acorazado Potemkin se adelantó) así como al de los marinos brasileños en 1910 y al de sus antecesores chilenos de 1931.
A principios de agosto de 1973 están anclados en Valparaíso el crucero Latorre, con problemas en sus máquinas ([E] Salazar, 2003), los destructores Blanco, Cochrane y Orella, y los dos submarinos. El Blanco y el Latorre están atracados juntos ” ([E] Blaset, 2003). Los cruceros O’higgins y Prat se encuentran en los diques en Talcahuano, aunque éste último está siendo reparado aceleradamente y estará en Valparaíso para el golpe.
A diferencia de los grupos antigolpistas de las escuelas, los marinos de la escuadra – o al menos sus dirigentes – piensan que la mejor forma de detener el golpe es a través de una toma preventiva de los buques, horas antes del golpe, es decir, de una respuesta anticipada. Pero esta posición no es unánime.
El plan (o los esbozos de plan) de ocupación de la flota
El plan consiste en actuar de noche, cuando suele haber pocos oficiales a bordo, mientras los marinos comprometidos permanecerían en los buques. En Valparaíso y en Talcahuano, los grupos de marinos desarmarían a los oficiales, los detendrían en sus camarotes y los pondrían bajo custodia. Una vez controladas las naves, las pondrían de inmediato en Movimiento. Para no perder tiempo arriando anclas, se cortarían las cadenas y saldrían del puerto rápidamente, explica el sargento Cárdenas ” ([E] Cárdenas, 2002). Una vez en el mar – continúa – emitirían una proclama indicando que defienden al gobierno legítimo y que están evitando una matanza:
“lo que habíamos planificado era comunicar que nosotros – en el caso que hubiésemos triunfado – , habíamos tomado el poder naval para defender el gobierno establecido y evitar con ello una matanza de lo cuadros políticos de los partidos de izquierda, que estaba planificada” ([E] Cárdenas, 2002).
El cabo Pedro Blaset corrobora este proyecto. Anunciarían – recuerda – que habían abortado el golpe de Estado, junto con los partidos políticos, y que están bajo las órdenes del Presidente.
“nos manifestamos en favor del gobierno del presidente Allende y no participamos del golpe de Estado y que nos ponemos a las órdenes del generalísimo de las fuerzas armadas que es el Presidente Allende” ([E] Blaset, 2003).
Los marinos – continúa – Blaset pedirían al gobierno que detenga y excluya de la Marina a “todos los oficiales que estaban conspirando”. Y añade que “una vez que zarpáramos y tuviéramaos las condiciones claras de dominio y de echar abajo este golpe, obviamente que los golpistas iban a ser enjuiciados” por los tribunales. ([E] Blaset, 2003).
El cabo Lagos confirma, añadiendo que se proponen “tomar detenidos a los oficiales y llevarlos a sus camarotes o al casino de oficiales y encerrarlos”.
Para teodosio Cifuentes, el plan consiste en dar apoyo a civiles que resistirán al golpe; “tomándonos la escuadra, dándole un apoyo al gobierno de Allende”. Para eso el personal asumiría el rol de la oficialidad, a través de “una operacióbn militar en que los jefes serían tomados prisioneros” ([E] Cifuentes, 2000). Jaime Salazar precisa que no llegan a tener un plan claro, acabado, pero que hay un cierto acuerdo general:
“Nosotros éramos un grupo que estábamos apoyando el gobierno de Allende, estábamos con la Constitucíon, queríamos parar el golpe, queríamos hacer una acción para impedir el golpe de Estado. Entonces la acción nuestra era coordinarnos de tal forma de capturar a los oficiales antes que se produjera el golpe”.
El debate entre reaccionar en el momento del golpe o reaccionar anticipadamente lo conocerá más tarde, como muchos de sus colegas. Salazar, igual que casi todos los marinos organizados en el Blanco, es partidario de adelantarse al golpe: “ Dar el golpe antes de que ellos lo dieran y detener a los oficiales y entregárselos al gobierno” ([E] Salazar, 2003)
Disponemos de dos descripciones que proporcionan un buen resumen del plan: La primera de David Valderrama:
“Una era prevenir el gobierno, la gente de gobierno, del punto en que estaban las fuerzas armadas, programando el golpe de Estado y segundo anticiparse al golpe de Estado, neutralizando la escuadra, por lo menos en Valparaíso. Neutralizarlas significaba tomarse los buques y sacarlos fuera del puerto”.
– ¿Y qué hacían con los oficiales?
“ ¿ Los oficiales ? muy simple. Nosotros teníamos todo programado en el sentido que nosotros sabíamos cuándo la escuadra salía a navegar. Para eso esta gente había cargado los buques con municiones y con víveres. La escuadra normalmente no tenía que salir en esa época, para la época que nosotros pensábamos que iba a pasar el golpe de Estado. Y el día antes – para nosotros la escuadra salía el día miércoles y el día martes nosotros teníamos que tomarnos la escuadra – la mayoría de los oficiales estaba en tierra y la mayoría del personal también estaba en tierra. Eso era en teoría. Entonces la órden nuestra era quedarse al interior, no salir francos, para aprovechar la noche anterior de tomarse los buques. Si había que neutralizar los oficiales, sería el oficial de guardia y unos tres, cuatro oficiales más que quedaban en el buque, todo el resto estaba franco, ésa era la manera que nosotros habíamos programado. Y nos tomaron el día lunes. Si no nos hubieran tomado el día lunes el día martes nosotros nos hubiéramos tamado los buques” ([E] Valderrama, 2002)
Y la otra descripción viene de Rodolfo Claros, entonces marinero en el Latorre y militante del MIR, detalla la preparación de la toma:
“ Primero que nada vimos la gente que estaba disponible para participar en una toma de los buques. En concreto una toma de buques. Vimos las especialidades de cada una de la gente, después de tener las especialidades de la gente, si éramos capaces de sacar los buques de los puertos, sacarlos frente a Valparaíso, tratar de conjugar los puestos de guardia o la guardia que era mayoritaria con participación de gente que estaba en el grupo que se reunía con Cárdenas y la gente que en ese momento no estaba de guardia que permanecía a bordo, para conjugar el hecho que estuviera toda la gente en los buques. Se distribuyeron la tareas: compañeros que iban a estar en el puente de mando, que iban a estar en la sala de máquinas, que iban a estar en el armamento. Se hizo esta organización, con nombres, con todo, bien organizado, y se decidió que se iba a tomar los buques dos días antes” ([E] Claros, 1986).
En toda acción de este tipo, la cuestión decisiva es el apoyo de las tripulaciones. Los marinos saben que la mayoría de los indecisos no es golpista. Cuentan con la tradición de disciplina y jerarquía, que hará que las tripulaciones se sometan a quien ejerza el mando ([E] García, 2002). Una vez que el mando de un buque está establecido, explica Lagos, lo ejerza “un cabo, un teniente, un sargento, un comandante […] le hubieran obedecido igual y de eso yo estoy seguro ([E] Lagos, 2001).
Sin embargo, no todos adhieren al proyecto de toma preventiva de la flota. Los marinos organizados en el Latorre – recuerda Blaset – se tomarían los buques en caso de un intento de golpe de los oficiales: “Simplemente detenerlos, porque teníamos gente en todos los departamentos en los cuales íbamos a poder contar inclusive con armas que estaban a bordo de los buques ([E] Blaset, 2003). Y precisa: “Nuestra actitud iba a ser fundamentalmente, yo diría, reactiva, es decir, íbamos a reaccionar frente a la acción del golpe de Estado”, aunque había colegas partidarios de anticiparse. En realidad, concluye Blaset, “nunca llegamos a definir así concretamente cuál iba a ser el plan.” ([E] Blaset, 2003)
Por su parte Víctor López, reticente a la acción anticipada, piensa que “no había ningún plan”. El objetivo del movimiento es informar de la conspiración a la autoridad máxima del Estado, ya que no pueden hacerlo por conductos regulares. Se proponen neutralizar a la oficialidad inhabitándola, es decir arrestándola para quitarle el mando e impedirle así perpetrar el golpe. Entonces, en una declaración pública – continúa López – se diría que la flota está a la disposición del generalísimo de las fuerzas armadas: el Presidente de la República. Al menos en su grupo, no existen intenciones de matar a los oficiales, porque, aunque el movimiento triunfe, luego viene la nomalización “y ahí te van a pasar la cuenta por todo lo que hiciste”. La única intención del grupo es detener el golpe e impedir la utización de los buques contra la población. Piensan – erróneamente – que el golpe se limitará a la Marina, sin imaginar que sería urdido por militares de todas las fuerzas armadas. ([E] López, 2003)
La preparación de la toma en algunos buques
Los últimos día de julio, la organización de la ocupación del destructor Blanco está bastante avanzada. Pocos días antes de la detención, se reúnen Roldán y Velásquez, en casa del primero, para poner por escrito los preparativos de toma. El cabo Roldán, redacta un Zafarrancho repetido y condición uno, (condición uno es la guerra), es decir un plan de ocupación del destructor. El Zafarrancho asigna a 56 marinos antigolpistas las acciones necesarias para hacer navegar el buque. Se mencionan actividades como timonel, señalero, vigías,telemetrista, radiooperaciones, radar, torres, etc (Causa 3926, fojas 10-12). Velásquez va tomando nota ([E] Velásquez, 2003).
En el crucero Latorre, los marinos antigolpistas de la división de electricidad, en la que está Blaset, buscan vincularse con los de las divisiones de artillería, máquinas, telecomunicaciones, e intentan establecer una organización fuerte que pueda detener el golpe ([E] Blaset, 2003). En cubierta, Luis Ayala piensa que están en condiciones de mover el buque, ya que, disponen del “equipo mínimo de gente que podía tomar el control de la unidad”. Él es parte del departamento de artillería y encargado de la mantención del “armamento menor” (las armas personales), por lo cual tiene las llaves del depósito de armas ([E] Ayala, 2000). Sebastián Ibarra sabe simplemente que hay que tomar los buques y hacerlos navegar. Retrospectivamente Ibarra piensa que pudieron hacerlo, ya que disponían del apoyo confirmado de 40% de la tripulación ([E] Ibarra, 2003)
En la ùltima y decisiva semana de Julio, el grupo del Latorre se reúne prácticamente todos los días. A las dos primeras asistirá el cabo electricista JC, personaje controvertido, como veremos; muchos marinos sospechan que los delató.
La primera reunión se efectúa la tarde del martes 31 de julio en el casino de Estibadores, calle Blanco, hacia las 19 horas. Asisten Luis Ayala, Rodolfo Claros, Juan Dotte, Sebastián Ibarra, Jaime Salazar, David Valderrama y JC (quien no figura en el proceso), más Alberto Ortega del destructor Blanco. Posiblemente visten el uniforme de salida. Se trata de reuniones informales y amistosas, sin tabla ni presidente. Hablan de la llegada inminente de los navíos norteamericanos que participarán en la operación Unitas, lo que parece confirmar la inminencia del golpe, Los marinos intercambian informaciones prácticas necesarias para actuar: ¿Quién tiene la llaves de la santabárbara y de la sala de armas? ¿Qué oficiales están de guardia los días siguientes? ([E] Ibarra, 2003).
La segunda reunión, el miércoles 1 de agosto, también en la tarde, se hace en el café “Nador” . Participan más o menos los mismos, más el cabo Pedro Blaset, líder de los marinos del departamento de máquinas del Latorre. J. Salazar informa que el golpe se dará el 8 de agosto y “hace mención que había una reunión importante en Santiago, una reunión con los políticos”. No se sabe quién va ni con qué dirigentes se reunirá. En esa reunión alguien habla de bombardeos ( algún exaltado que no conocí, afirma Ibarra), pero casi todos se oponen ([E] Ibarra, 2003; Causa 3926, fojas 18-19; 220). En todo caso JC ahí presente, se entera de los proyectos de reuniones con los dirigentes políticos.
Para la tercera reunión, el jueves 2 de agosto, se juntan en el círculo de ex alumnos de la Escuela de Grumetes, en el Parque Italia. Participan los mismos marinos, salvo JC quien cuando van llegando los abandona diciéndoles: “Ya cabros, yo los dejo aquí no más; Uds. no me conocen”. No hay novedades importantes. ([E] Ibarra, 2003; Causa 3926, fojas 32;45; 48; 220).
Sebastián nunca supo – igual que muchos marinos organizados – si el plan consistía en anticiparse al golpe o responder cuando se produjera. Personalmente, está más bien por responder, aunque hay marinos como Ernesto Zúñiga, que están claramente por tomar la iniciativa. En algún momento se habla de un aporte externo de armas, pero esto no tenía mucho sentido, ya que “teníamos nosotros las armas a la mano y en permanencia” ([E] Ibarra, 2003).
En esos días Blaset se encuentra con Guillermo Vergara, su ex colega en la Escuela de Electricidad, quien está vinculado al MIR. Conversa con él y éste le cuenta que está en contacto con grupos de izquierda en la marina. Le explica además los rudimentos de la organización compartimentada, lo que para Blaset resulta evidente, y le propone una reunión. Es la reunión que se efectuará en Viña el domingo 5, con la desgracia de que esta reunión es detectada ([E] Blaset, 2003).
En el crucero Prat – en reparaciones en Talcahuano – la causa 3926 registra 9 marinos organizados. Bernardo Carvajal, Guillermo Castillo, Patricio Cordero, Carlos García, Víctor López, José Maldonado, Rodríguez, Antonio Ruiz y Nelson Vargas.. Figura una reunión a mediados de Julio, en un restaurante de Concepción, a la cual llegan el sargento Cárdenas, un marinero de la Papudo, Patricio Cordero del Prat y los militantes civiles Lucho y Cheto. Hablan de evitar el golpe tomándose la escuadra el día que se produzca, o el día anterior. (Causa 3926, foja 77 y siguiente). Más adelante el proceso indica que habrían mencionado una futura reunión de “alto nivel”. (Causa 3926, foja 114).
En el crucero también habría existido un plan que detallaba las misiones de los marinos organizados en caso de toma del buque, que resulta inaplicable mientra permanezca en el dique. Según García, basta un centenar de marinos, ya que la dotación de 860 hombres está dividida en guardias que manejan el crucero sucesivamente: “Tiene que haber un grupo de maquinistas, un grupo en la sala de navegación, un grupo en los radares, un grupo en la radio; un equipo”. Sin embargo, en el Prat, los marinos miembros del movimiento no son informados que se habían progreamado reuniones con Altamirano y Enríquez, lo que no significa que las desaprueben. Se enterarán de ellas más tarde, por la prensa. Piensan que buena parte de los marinos seguirá a quien ejrza el mando. García insiste que el plan consiste en oponerse al golpe cuando se produzca, no en anticiparse:
“La idea central es rechazar el golpe en el momento que se produce, no antes, no hacer nada antes. Yo me acuerdo bastante bien que debíamos tener muy claro eso, de que nosotros somos un grupo que defiende al régimen constitucional, defiende la Constitución y en caso de subversión, en caso de rompimiento del régimen constitucional por parte de los mandos de las fuerzas armadas, nosotros en ese momento raccionamos en contra”. ([E] García, 2002)….
¿Y si los oficiales resisten? ¿Y si ataca la aviación como en 1931?
Es evidente que la toma preventiva de la escuadra puede suscitar resistencias de los oficiales y reacciones militares, tales como bombardeos terrestres o aéreos. A la pregunta ¿Y si los oficiales resisten? Luis Ayala responde:
“Ah, ¿si resistían? El problema era saber quién resistía más. Ése era uno de los grandes problemas. Nosotros decíamos, hay que neutralizarlos, para eso hay que pillarlos durmiendo”.
-¿Iban a hacerlo desarmados?
“No. Nosotros teníamos acceso a la sala de armas e íbamos a ir también armados. Pero si los pillas durmiendo no es necesario usar las armas. Nuestra arma secreta era la sorpresa”. ([E] Ayala, 2000).
En caso de ataque terrestre o aéreo, los marinos responderían. Según Claros, habín contemplado la eventualidad de un ataque aéreo. Primero buscarían una mediación del Gobierno para evitar un enfrentamiento, pero en caso de ser atacados replicarían con la artillería antiaérea: “Se contaba con todo, con la capacidad técnica, con el material” ([E] Claros, 1986).
Pedro Lagos asegura que, “en el caso que nosotros recibiéramos un ataque aéreo, iba a ser repelido. Iba a ser repelido con todos los medios que cuenta la escuadra para evitar desgastes”. ([E] Lagos, 2001)…
Se organizan los contactos con los partidos
Cuando se aproxima la hora de hacer algo, los marinos se dan cuenta de que el alcance de la acción los supera. Es cierto que podrían abortar el golpe en la marina tomando los buques, pero ¿y después? Necesitaban formar parte de un movimiento “global”, apoyado por los partidos de izquierda y por el gobierno. La memoria social de los marinos recuerda la derrota de la sublevación de la escuadra en 1931 a causa de su aislamiento social. “Nosotros, en las reuniones nuestras, estábamos conscientes que la sublevación y la toma de los buques aislada del contexto nacional, no servía de nada” – recuerda Claros – y los marinos no pretenden decidir solos acerca de la acción. La desición de la acción y del momento le corresponde a los partidos: “Nuestra actividad era en respaldo, simplemente que siguiera como presidente Salvador Allende. Ése era el objetivo”.
Les resulta esencial entonces comunicar la información al Presidente: “Primero que nada hacérselo saber al Presidente de la República, antes que se llegara a realizar el hecho”. Los marinos reuqieren el apoyo de los partidos y también de la central sindical. “Nosotros contamos con el apoyo”, recuerda Claros y alguien (no recuerda quién) informa que la CUT los apoyaría. En el fondo, los marinos piden un llamado a la movilización social en apoyo a la toma de la flota, junto con algunas demandas de orden práctico: “Nosotros necesitábamos después abastecer los buques, si nosotros lográbamos salir, tener posibilidades de petróleo, alimentación, todas esas cuestiones. ([E] Claros, 1986).
Los marinos, casi naturalmente, deciden reunirse con los dirigentes de los partidos con dos objetivos: denunciar lo que saben de la conspiración en marcha, pidiendo que informen al Presidente, y pedir apoyo para la toma preventiva de la flota, pues, a sus ojos, ésta es la única manera de detener el golpe que se dará el 8 de agosto. Para contactar los partidos, el sargento Cárdenas dispone de varias vías. Tiene contactos con el MIR. Además puede contactar al PC a través de su mujer Regina, militante comunista, al MAPU a través del marino del Prat José Maldonado, hermano del mapucista Hugo; y al PS a través del MIR. Así va a organizar las reuniones.
Como veremos, las respuestas serán más bien negativas. Con los comunistas los contactos fracasan. Los otros jefes de partidos se comprometen a informar al Presidente, pero Garretón rechaza el plan, Altamirano se pronuncia por una acción en respuesta al golpe (no anticipada) sin comprometerse a nada, y Enríquez apoya los preparativos de toma, pero se opone a una acción aislada de los marinos.
Fuente: Extracto del Libro, Los que dijeron “ NO “, Editorial LOM, del Historiador Jorge Magasich Tomo II, 57 – 65