El caso Teodosio Cifuentes, (Q.E.P.D.† 23. febrero 2018) *
El cabo Cifuentes había sido seleccionado para ir a buscar la barcaza capitán Araya a la base estadounidense en la isla de Guam gracias a su calificación de distinguido. Ya tenía pasaporte y volaría el lunes 13. Pero ese viernes 10, durante la formación matinal en la Escuela de Submarinos, los oficiales informan que Cárdenas y otros “sediciosos” han sido detenidos y muy maltratados.
Poco después, irrumpe el oficial de división Albornoz, a cargo del grupo que irá a Guam, y pregunta: “¿Quién es el cabo Cifuentes? – Yo soy”, responde. El oficial lo mira con sorpresa y le pregunta si tiene su pasaporte listo. Cinco minutos después las perspectivas cambian radicalmente: llegan dos infantes de marina que lo llevan ante el segundo comandante, y en su presencia lo ponen contra la pared, lo golpean, le arrancan los grados y lo llevan incomunicado al cuartel Silva Palma. El lunes siguiente, su mujer, Rosalía Delgado, va a preguntar por él a la Escuela de Submarinos. Le mienten insinuándole que se había quedado de parranda en el puerto. Sólo tres dís más tarde, ante su insistencia, le informan que está detenido.
Cifuentes es trasladado a la Academia de Guerra donde, con las manos amarradas, lo hacen sentarse en una silla confortable. Poco después ingresa a la sala un grupo de carapintadas y uno grita: “Qué estay haciendo ahí, raja negra, sentado en esa silla, siéntate en el suelo” y le dan una lluvia de puntapiés. Luego entra otro que exclama “pero qué estay haciendo ahí sentado en el suelo cuando tenís una silla”, Así pasa el día entre silla, suelo y muchos puntapiés. En este caso la tortura fue brutal y psicológica – explica el cabo – incluyendo “ la vejación de quitarle los grados, de insultarte, de tratar de achicarte al máximo ”. Las preguntas se centran en los contactos con civiles, Altamirano, Enríquez, y Garretón. Días después será interrogado por benavides y Villegas. ([E] Cifuentes, 2000).
* ( Extracto del Libro, Los que dijeron “ NO “, Editorial LOM, del Historiador Jorge Magasich Tomo II, 142 – 143 )