El cuartel Borgoño en la Base Naval de Talcahuano se transformó en un centro de experimentación de la tortura cruel, las cuales fueron comandadas por el capitán infante de marina Köhler. Los primeros en recibir en carne propia el experimento de la brutalidad fueron sus compañeros de armas, la marinería que intentaba oponerse al golpe de Estado en agosto de 1973. Después de ocurrido el golpe, se institucionalizaría este método inquisitorio para con el resto de los compatriotas que pasaron por este lugar.