La detención de Henry Gómez * Q.E.P.D.
En 1973 Henry Gómez estudia medicina de día y trabaja de noche como miembro del equipo de bomberos de ASMAR. Los pocos militantes de los Astilleros que conoce son detenidos en agosto, o están tan despavoridos como él. Esa semana le corresponde, por primera vez, actuar contra un incendio de la máquina de un buque, pero cuando llega al fuego había sido sofocado. Entre los que vienen saliendo ve a su amigo José Maldonado, miembro de la organización. Mientras conversan de las detenciones sin saber qué hacer, los interrumpe un teniente, quien llama a Maldonado a su oficina, donde lo detiene y comienza a interrogarlo.
Cuando Henry Gómez sale del trabajo el viernes 10, sabe que tiene por delante tres días feriados. El lunes 13 de agosto se entera por la prensa de que están torturando a detenidos. Ese día lo contacta Humberto Lagos, próximo al MIR, para informarle lo que sabe, incluidas las torturas, y le aconseja no volver.
Gómez se decide y deserta el 14 de agosto. Los miristas lo ubican en una “casa de seguridad”, donde conversa con Pedro Henríquez, uno de los abogados de los marinos. Con Humberto cambian de casa regularmente. Pasan los días y cuando la tensión ha decaído, al menos en apariencia, le proponen instalarse en una “cabina”, es decir en una habitación para estudiantes en forma de cabañas, construidas en las colinas que entornan la Universidad de Concepción. Lo instalan en la cabina 7, “del coro”, que exhibe un imponente retrato del Che Guevara…Gómez prefiere quedarse en un hogar de estudiantes más distante de la universidad, pero la noche del 10 de septiembre duerme en la cabina 7. Allí lo detendrán.
El 11 de septiembre, los primeros estudiantes que salen de la cabina pasan por entre los militares que, aparentemente, aún no han recibido la órden de detener. Cuando Henry sale, un oficial grita: “ ¡Ya! Ese último pelucón de vuelta!” Dos conscriptos muy nerviosos lo tiran contra el retrato del Che y le hunden en el cuerpo los cañones de sus fusiles, mientras resuenan disparos contra los que intentan escaparse por los cerros y se escuchan aviones volando raso. Gómez se da cuenta de que es el golpe de Estado.
Le pregubntan el nombre: “Jaime Bello” responde, ya que poco antes había destruído la tarjeta que lo acredita como miembro de la Armada. Lo registran y le encuentran un volante del MIR que había recibido el día anterior en la universidad.
Lo trasladan a la Isla Quiriquina, transformada en un campo de concentración. Entre un centenar de detenidos, él y otros siete son marcados con una venda blanca. Entre los prisioneros se encuentra con Cheto ( ¿Alberto Malbrán? ), uno de los militantes que asistían a reuniones de su grupo, quien le dice “tú no me has visto aquí”. Un poco más tarde, cuando lo interrogan, le retiran el reloj donde está grabado su nombre. esta vez debe aceptar que se llama “Henry Gómez”, que ha participado en reuniones en las que se hablaba de la lucha de clases, etc, y da los nombres políticos de los que asistían, lo que lo vincula al proceso de los marinos. Le preguntan entonces si los ha visto entre los detenidos, y un poco inseguro responde “ No “. Lo envían a la cárcel y debe repetir la declaración ante el fiscal.
En una ocasión, Henry es llevado al fuerte Borgoño, donde ve a Humberto lagos, “con la cara llena de cicatrices de cigarrillos quemados, y gente torturada por todas partes, con los brazos quebrados, con las caras hinchadas, las bocas hinchadas, lo ojos hinchados, me dio miedo”, recuerda. H. Lagos había perdido contacto con los militantes que lo cobijaban, y lo detienen cuando va a juntarse con su mujer en el teatro Rex. (Causa 3926, foja 676). A Gómez le preguntan por Lagos, pero sólo quieren confirmaciones.
Finalmente, Gómez es parte de un grupo que sale del fuerte Borgoño. Les ordenan subir a un furgón; su amigo Jaramillo entra el primero. En el vehículo ve una metralleta instalada, aparentemente abandonada. No cae en la trampa; se detiene y llama al sargento, quien lanza algunas groserías y la retira. Muy probablemente se trataba de una provocación para incitarlos a la fuga; “estuvimos cerca de…” piensa Henry Gómez, quien es condenado a tres años. ( [E] Gómez, 2003 )
* Extracto del Libro, Los que dijeron “ NO “, Editorial LOM, del Historiador Jorge Magasich Tomo II, 286 – 288.
Henry Gómez Bello fallece en Suecia. Hasta el día de hoy la fecha y causa de su defunción es desconocida.