Datos de Identificación:
1.-Nombres: Luis Reginaldo
Apellidos: Jorquera Silva. N° Valech 12428.
2.- Fecha de Nacimiento: 13- Diciembre 1947.-
3.- Estado Civil: Casado.
4.- Grado, Especialidad y Unidad a la que pertenecía al momento de su detención:
Cabo 2° Mecánico Electrónico de Aviación Naval. Base Aeronaval El Belloto.
5.- Nombre del Comandante de la Unidad a la que pertenecía:
Sergio Mendoza Rojas.
6.- Nombre del Jefe del Dpto. En el cual prestaba sus servicios:
Patricio Villalobos Lobos.
7.- Fecha, Lugar y Hora app. de detención:
1ro.- 16 Agosto 1973 13:00 hrs. Base Av.Naval El Belloto.
2do.- 15 Oct 1973. Población CCU, Limache.
8.- Causas y Cargos de la detención:
Acusado de fabricación de explosivos, agitador de izquierda dentro de la armada
Ocultamiento de armas.
9.- Caracteristicas y Entorno de la Detención:
Testigos, mi suegra y cuñados.
10.- Quién participa en la detención, nombres y grado:
1ro.- Tte. Jaime Urdangarín, Cabo Mc. Av.Lucardi más 2 hombres armados.
11.- Identificación del Lugar y del personal del Interrogatorio:
Centro de Recreativo Armada de Olmué, Par 5.
El 11 de septiembre del año 1973 la Armada toma el control de la zona de Limache y Quillota bajo el mando del jefe de plaza Cap. Fragata Av. Nav. Sergio Mendoza Rojas. Al mando del Centro Recreativo de la Armada de Olmué estaba el Tte. Arancibia, apodado “El Colorín”, sujeto cruel y asesino.
Cuando fui detenido, fui transportado por una patrulla IM directo a ese sitio de detención y tortura, ubicado en Av. Eastman 1689 entre Limache y Olmué.
Llegamos a las barreras vigiladas por un pelotón de cosacos cerca de las 21 hrs, y aunque el Sgto. a cargo de mi detención, un hombre bajo de gran bigote negro, me trató sin violencia, la llegada fue diferente.
Un tipo delgado con tenida de combate, la cara pintada de negro ordenó que me tiraran al suelo y me cacharan por armas. Recibí varias patadas en la espalda y un par de culatazos en brazos y costillas.
Me vendaron la vista y fui conducido a una pequeña pieza a oscuras, con ventanas tapiadas.
Por ese centro pasaron entre otros Pedro Arellano C., su padre y algunos muchachos que cuidaban su radioemisora Radio Victoria de Limache, bombardeada el 11 en la madrugada, obreros de la fábrica Parma, hombres y mujeres de partidos de izquierda….
12.- Tiempo de incomunicación:
1 semana.
13.- A qué presidios y Campos de Concentración fué trasladado, fechas aproximadas:
Comisaría carabineros Limache. Cuartel de Investigaciones Limache.
Academia de Guerra Naval Valparaíso. Cuartel Silva Palma. Cárcel Limache.
14.- ¿Se extendió la represión a algún familiar?:
Dos cuñados exonerados de planta Purina de Limache.
15.- ¿Con quién compartió celda? :
Con civiles. En la Academia de Guerra nos encontramos con Guillermo Moraga electrónico aviador.
16.- Fecha en que queda en Libertad:
Salgo de la Academia de Guerra Naval el 23 de Diciembre 1973.
17.- Caracteristicas y fecha de la Libertad (Condicional, Bajo Fianza, Conmutación de la Pena Por Extraňamiento, etc)
Libertad sin explicación. Vuelvo a ser detenido en 1985 (2 ds.) 1986 (un fin de semana )
Historias de Marineros.
Las primeras nociones que algo andaba mal en la armada surgió cuando de manera absolutamente casual varios marineros nos enteramos de un suceso que nos dejó perplejos a causa de su violencia y de la – para nosotros – incomprensible ( en ese entonces ) actitud del alto mando de la Armada de Chile, institución que compartía con las otras ramas de la defensa consideración internacional como garantes de la democracia chilena.
Llegué a bordo del Crucero Capitán Prat en marzo 1971 , nave que contaba con una dotación cercana a los ochocientos hombres, para desempeñarme en el Departamento de Electrónica de Radares, proveniente de la Base Aeronaval de El Belloto. El comandante del buque era el capitán de navío Arturo Troncoso Daroch en tanto el jefe del departamento de electrónica era el teniente Escobar.
Ahí conocí a mis compañeros, ellos recién egresados con el título de electrónicos de la armada, entre los cuales se hallaba el marinero Carlos Cea.
Con el marinero Cea coincidimos en atender los mismos equipos de radares de superficie durante la navegación supervisados por un suboficial. En el entrepuente nos hacinábamos a descansar sentados en nuestras literas, fumando, jugando una brisca o escuchando al marinero Aghemio tocando su guitarra.
Después de cierto tiempo, me llamaba la atención que durante sus conversaciones Carlos Cea tenía una permanente actitud pesimista en cuanto a su permanencia en la armada. Un día me cuenta que tuvo un encuentro casual con un evento que pudo costarle la vida, pero se mostraba reticente a efectuar mayores comentarios.
La mala estrella nos llevó a bordo del crucero Prat a los mares de Coquimbo con el objeto de participar en unos ejercicios programados con la flota, que incluía los destructores en rebusca submarina.
Cerca de las cuatro de la madrugada, en medio de una densa neblina, operando con oscurecimiento total ( sin luces visibles ), nuestro barco fue embestido por el destructor Cochrane a causa de la mala interpretación de una orden de formación estratégica. Nuestro buque comenzó a escorarse mientras el agua a raudales inundaba los salones de caldera, donde un par de marineros ( uno de ellos , Francisco Vasconcelos ) arriesgaron sus vidas para sumergirse en el compartimento inundado y proceder a abrir las válvulas de emergencia evitando la explosión del vapor sobrecalentado en las calderas, que hubiese ocasionado un gran desastre. Posteriormente, el crucero fue llevado a remolque hasta Talcahuano para ingresarlo a los diques de Asmar.
Durante una tediosa tarde a bordo, entre el ajetreo de los operarios que cortaban planchas de acero, sacaban cables deteriorados y una variada gama de ruidos, Cea me conversa de “su” tema: el día que a bordo de ese mismo buque presenció sin querer una reunión de altos oficiales con el objetivo de secuestrar al Comandante en Jefe del Ejército.
Mi primera sensación fue de incredulidad ya que la conversación no profundizó en detalles. Mejor dicho, la conversación quedó inconclusa a causa de la llegada de otros marinos al recinto donde nos encontrábamos. Unos días después fui trasbordado a bordo del Destructor Orella, así que aunque me daba vueltas el relato de Cea, lo pasé a segundo plano.
A todo esto, hacía más de un año ya, que nos habíamos sacudido con la noticia del asesinato del General Schneider – el Comandante en Jefe del Ejército – aunque nunca se nos ocurrió que pudo haber una injerencia de la armada en este asesinato.
* * *
Un año después de estos sucesos – ya estábamos en 1972 – me encontraba nuevamente en la Base Aeronaval El Belloto y otro cabo electrónico se había embarcado en el crucero Prat, Julio Gajardo.
A comienzos del año 1973, mientras el país vivía una tremenda crisis a causa de una huelga generalizada contra el gobierno de Allende, Gajardo vuelve a la Base, donde nos reencontramos. Ya que contábamos con una gran amistad, me confidenció que el marinero Cea continuaba a bordo del crucero, que habían trabajado juntos en los radares y que en una ocasión le había revelado los pormenores del complot de los oficiales del cual fue testigo.
El detalle de lo sucedido, según me fue relatado, fue el siguiente: corría el final de septiembre de 1970 y el crucero Prat se hallaba amarrado en el molo de abrigo de Valparaíso. Un buen día, el teniente Escobar le ordenó al marinero Cea que colocara un equipo de sonido en la cámara de oficiales, donde se efectuaría una reunión de importantes autoridades de la época, (entre ellos, jefes de servicio del gobierno de turno, y el periodista Gustavo Lorca Valenzuela, del programa El Correo de las brujas, de Radio Valparaíso) varios altos oficiales, incluido el comandante del buque. Cea instaló el amplificador, el micrófono y parlantes, al sentir la aproximación de personas al recinto, se refugió tras las gruesas cortinas que colgaban de los mamparos, con la idea de efectuar alguna corrección del volumen del equipo y cae en cuenta que acababan de entrar todos los convocados y cierran la puerta estanca, por lo cual consideró inoportuno intentar salir de allí, quedando oculto tras las cortinas.
La situación imperante en Chile era que efectuadas las elecciones para la Presidencia de la República el resultado fue mayoritario para un socialista – Doctor Salvador Allende – apoyado por la izquierda. Ya habíamos visto la reacción de los oficiales en El Belloto, quienes se mostraban ofuscados y ofendidos por los “Viva compañero Allende” que surgió de la marinería junto a varios aplausos, mientras escuchábamos los cómputos electorales. En octubre, el senado chileno debía ratificar a Allende como presidente ya que no obtuvo la mayoría reglamentada por la constitución, que exigía la mitad más uno.
En ese contexto, en la reunión que se llevó a cabo a bordo del crucero se comunicó a sus conspicuos invitados las medidas antimarxistas que llevarían a cabo con el objeto de presionar al senado a que le fuera denegado el acceso a la presidencia a Salvador Allende. La estrategia había sido elaborada por un equipo de personajes de la política en coordinación con grupos de civiles y oficiales de la armada, quienes – además – recibían apoyo de armas y dólares desde Estados Unidos para este propósito. Lo tratado consistía en reafirmar que el Comandante en Jefe del Ejército, General Schneider, se había negado a intervenir y se proclamaba ajustado a la Constitución y las leyes como rezaba el juramento de los hombres de armas al recibir su valer militar. Para conjurar este obstáculo a sus planes ya se había conformado un grupo de jóvenes cercanos al grupo derechista Patria y Libertad quienes habrían de secuestrar al connotado jefe militar con la intención de provocar una reacción drástica en la ciudadanía y que el gobierno de Frei se viera obligado a decretar “estado de excepción” en la república, conducente a efectuar una nueva elección presidencial, donde Eduardo Frei Montalva – supuestamente contando una mayoría – se presentaría de candidato.
Una vez que el general Schneider fuera hecho prisionero, sería trasladado hasta el interior de la provincia de Valparaíso, precisamente a Colliguay, al fundo “El Llano”, de propiedad de la familia Matte Alessandri. Este sitio está situado en la cordillera de la costa entre Colliguay y Limache y su acceso es sumamente difícil debido a lo escabroso del camino, en cambio, fácil para ser custodiado lejos de ojos indiscretos; todo lo cual había sido tratado con los dueños del terreno quienes accedieron de buena gana.
Una vez que terminó la reunión de los conjurados, Cea es descubierto tras las cortinas por el capitán a cargo de la seguridad a bordo, es llevado a la presencia del Comandante. Un teniente le amenaza. Le dice que podría ser llevado al sur, al fundo de su padre “donde nunca se sabe lo que pasa”. Sin embargo, el Comandante estima que solamente lo hará jurar por la biblia que a nadie le revelará lo sucedido al menos por dos años. Si llegase a decir algo al respecto, será ajusticiado, además que le dicen conocer perfectamente dónde vive su madre.
Al ser requerido por sus compañeros que explicara su extraña actitud y miedos, Cea revela a un par de ellos lo sucedido, considerando que un juramento bajo la presión de una pistola no tiene validez.
Una vez que conozco la versión dada por Gajardo, la certeza se acrecienta.
Schneider no fue secuestrado, sino que resultó asesinado por el comando derechista que lo atacó y fue un suceso considerado de tal gravedad, que el senado, para no acrecentar el clima de conmoción decide ratificar a Salvador Allende como presidente de la república, no sin antes obligarlo a firmar lo que se llamó un acuerdo político.
Todo concordaba perfectamente con la versión que me dio otro compañero – Bernabé Moraga – quien me relató que los asesinos que eran buscados por la policía sospechosos de este asesinato, fueron sacados del país en un avión Piper Navajo desde la Base Aeronaval El Belloto rumbo al Perú. La aeronave y los pilotos estaban al servicio de la Armada de Chile
Moraga relata que estaba de guardia cuando llegaron subrepticiamente los prófugos – uno era J.L. Bulnes – y el vuelo no dejó el registro reglamentario en la oficina de control aéreo. El cabo que estaba a cargo de la torre de control aéreo, cabo radiotelegrafista Velarde confirma la irregularidad del vuelo a cargo del piloto, teniente C. Matamala.
Luis Jorquera Silva.