Vice almirante y jefe del Estado Mayor de la marina, miembro de la Junta Militar en ausencia del autodenominado Almirante José Toribio Merino. El día del golpe comanda el buque insignia de la marina, el crucero “Prat”, que apunta sus cañones contra la ciudad de Valparaíso.
Agregado Naval en Londres en 1977. En 1988 Maurice Poisson Eastman, en retiro pasa al grupo de su familia Edwards Eastman y se dempeña como redactor del diario “EL Mercurio”, Agustín Edwards Eastman, propietario de “El Mercurio”, oficial naval de reserva activo, conocido partícipe del Golpe de estado en Chile.
Artículo de Poisson Eastman como redactor de El Mercurio
Lunes 12 de Marzo de 2001/ EL Mercurio
Gobierno Militar
Un sentimiento mínimo de decencia y una enorme gratitud hacia aquellos que hicieran posible el pronunciamiento militar de 1973 me han incitado a escribir estas líneas.
En septiembre de ese año el marxismo chileno se aprontaba para perpetuarse en el poder. Los militares, exigidos por buena parte de la población activa del país, se opusieron a ello. Tomándoles la delantera, los cogieron por sorpresa y los neutralizaron por completo a las pocas semanas de iniciado el movimiento. Hubo oposición de voluntades y luchas, algunas violentas, hasta que las Fuerzas Armadas lograron pacificar al país. Luego vino un gobierno militar, que posiblemente para algunos se prolongó demasiado, durante el cual los militares trajeron progresos y modernizaciones que hoy nadie pone en duda. Más tarde, para sorpresa de sus detractores, el gobierno militar entregó el poder a su sucesor, elegido en una votación cuya corrección y libertad nadie ha puesto en duda.
Los militares sólo se contentaron con haber cumplido su misión. Pero el adversario acechaba. La campaña mundial montada por el marxismo para denigrar a los militares chilenos, en particular a su cabeza visible, el general Augusto Pinochet, ha sido gigantesca y se ha hecho en forma masiva, repetitiva y continuada. El odio hacia el régimen militar engendrado por el marxismo está opacando las realizaciones hechas por éste en los más variados terrenos. Comunistas y socialistas pretenden que sólo quede la imagen del insaciable dictador que se alimenta con la sangre de sus víctimas y que nadie recuerde a los militares como buenos y eficaces gobernantes.
Sería largo enumerar las múltiples modernizaciones y adelantos hechos durante el gobierno militar. Desde luego es preciso hacer olvidar los esfuerzos del general Canessa para modernizar la administración pública, dividiendo al país en 12 regiones y una región metropolitana, en lugar de las 25 provincias de antaño. Debe ignorarse a Sergio de Castro y su magna obra de establecer precios reales en una economía plagada de subsidios, tasas y aranceles diferenciados. Logró abrir el país al mundo, lo que se vio reflejado en un fabuloso incremento del comercio exterior chileno. Es preciso desprestigiar la reforma previsional de José Piñera, posiblemente el mayor legado del gobierno militar a las generaciones venideras. Ella está permitiendo que las personas administren sus propios ahorros y que no sea el gobierno de turno el que los malverse, como ocurría con anterioridad. También es preciso hacer olvidar la sensibilidad social de un Miguel Kast, quien liberó a los trabajadores de la dictadura de un sindicato único y les dio la libertad de optar al trabajo que estimasen más conveniente y provechoso para cada cual. Hay que olvidar a Jaime Guzmán, quien en resguardo de la defensa de los derechos humanos, estableció los contrapesos necesarios en la Constitución vigente, para que ellos quedaran efectivamente protegidos. Hay que olvidar a los cancilleres que contribuyeron a firmar el tratado de paz con Argentina. Por desgracia una visión política sesgada, aún mantiene empantanado al país y está frenando su desarrollo.
Los ejemplos de realizaciones del gobierno militar enumerados constituyen sólo una muestra de las tantas hechas durante el período 1973-1990, pero que el marxismo desea relegar al olvido. No le conviene que se vaya imponiendo la noción de que fue un gobierno exitoso, que pudo haber caído en algunos errores, es humano equivocarse, pero que si los cometió, no lo hizo en forma intencional. Ello hay que destacarlo, porque los crímenes y vejaciones que no alcanzó a cometer el marxismo, esos sí que eran intencionales.
El odio sembrado por el marxismo internacional se ha volcado íntegro en el intento de destruir la imagen del ex Presidente general Augusto Pinochet Ugarte, blanco de cuanta querella resulta imaginable. Se le desea destruir tanto a él como al régimen que personifica. Pero tarde o temprano la verdad se impondrá. El general siempre se ha batido por causas justas.
Maurice Poisson Eastman
Vicealmirante (r)