Rene Rojas Trincado

Extracto de Entrevista.

Por Jorge Magasich Airola

Antonio Ruiz y René Rojas

Realizada en Santiago, en casa de Antonio Ruiz, el 18-07-01

Durante la entrevista concertada con Antonio Ruiz llega de visita a su casa René Rojas Trincado. Gracias a esta feliz coincidencia, ambos responden a las preguntas en la segunda parte de la entrevista.

Antonio Ruiz. Cabo segundo en 1973. Ingresa a la Armada en 1965, con 16 años. Hace un año en la Escuela de grumetes, lo embarcan dos años y luego haces dos años de especialidad y subespecialidad. En 1968 egresa titulado en mecánica, especialista en control de fuego. Sirve hasta fines de 1971 en el destructor Riveros y luego en el crucero Prat. Participa en la reunión de organización del grupo en el restaurante Los Pingüinos. Sobrecargado de trabajo, no asiste a más reuniones. Se mantiene informado a través de contactos individuales. Es detenido en el crucero Prat la noche del 7 de agosto, torturado en el fuerte Borgoño. Hace tres años de cárcel. Se queda en Chile con graves problemas de salud. Con ayuda de la Vicaría de la Solidaridad consigue restablecerse, trabajar y, al mismo tiempo, terminar las humanidades. Consigue cursar dos años de universidad.

En el momento dar esta entrevista, Antonio Ruiz sufre de una enfermedad que le impide hablar fluidamente. Agradecemos vivamente el esfuerzo que realizó para grabar su testimonio.

René Rojas. Marinero primero en 1973. Hizo su servicio militar en la Infantería de Marina en los regimientos Miller en Viña del Mar (fuerte Vergara) y el Cochrane en Punta Arenas. Luego entra a la Marina a la Escuela de ingeniería naval. Luego es trasferido al destructor Williams (que en 1971 parte a Inglaterra para ser modernizado) y luego al crucero O’Higgins. Hasta hoy no le interesa la política y nunca asistió a ninguna reunión. En agosto 1973 después de escuchar una exaltada arenga de un oficial llamando a los marinos a participar en el golpe de Estado pregunta “¿y qué pasa si uno no está de acuerdo?” Eso le constará una “doble ración” de torturas en el fuerte Borgoño y 13 meses de cárcel y otros firmando. Se queda en Chile donde, como ex preso político, le es difícil reinsertarse.

Se integra a la reunión René Rojas Trincado

– Llega, por buena suerte, a esta reunión René Rojas Trincado. Vamos a hacerle preguntas a los dos… Sigamos con el momento de la detención ¿Te recuerdas del oficial que estaba a cargo de la patrulla?

Era un oficial infante de marina pero era de dotación del cl Prat, me acuerdo. Rojas a lo mejor lo conoce.

–¿Y quién estaba a cargo del Fuerte Borgoño? ¿Quién lo comandaba?

Rojas. Estaba a cargo Luis Kohler Herrera. Él es el jefe directo de todo lo que se hizo ahí. Es un capitán de corbeta. Era en ese tiempo capitán de corbeta.

– ¿Pero no era él el que comandaba el Fuerte Borgoño?

Rojas. No era él el que comandaba el Fuerte Borgoño, si no que era parte del regimiento.

–¿Y quién era el comandante?

Rojas. Yo ahí no me recuerdo, realmente no recuerdo. Y después de ahí sale a relucir los que más dieron [torturaron], fueron el teniente Boetsch, un teniente segundo, y un teniente primero Alarcón, le decían “pata de cacho”.

–Alarcón ¿Te acuerdas de su nombre?

Rojas. No, no me acuerdo el nombre.

– ¿Y el primero?

Rojas. Boetsch, tampoco. Porqué yo los recuerdo a ellos, porque resulta que antes de ser náutico yo fui infante, infante de marina. Y justamente el que fue instructor del contingente ese era el teniente Boetsch, el fue un instructor de nosotros, fue instructor de una sección. No fue directo mío pero yo lo veía en el Miller, en el regimiento Miller de Viña. Ahí yo estuve, después me fui transbordado a Punta Arenas y en Punta Arenas tuve la ocasión de conocer a Luis Kohler Herrera y al teniente Alarcón. En ese tiempo era teniente Luis Kohler Herrera. Después del 73 era capitán de corbeta ya. Había ascendido. Ahora, yo cuando me torturó, me torturaron a mi yo le decía “mi capitán, si yo no tengo idea, no tengo idea de nada de los que Ud. me está diciendo.” Me preguntaban por “Marx y Lenin” y yo juraba, les decía que no los conocía, porque jamás había participado en una reunión política y no me interesaba mayormente la política, hasta el día de hoy. Pero lamentablemente me dijo ahí “como sabís que soy capitán…” por las de tu madre. Y yo le dije “si yo también fui infante y Ud. fue instructor mío”. Ah y ¿Dónde estuviste tu? En el Miller y en el Cochrane en Punta Arenas. Y ahí dijo “ración doble porque este sabe lo que le va a pasar; está estrenado para eso”. Y ahí comenzó la tortura sistemática, tanto de palabra, puñetes, submarino y una serie de cosas que… Incluso llegaron a ofrecerme que si quería irme a un país del exterior, ellos mismos se encargaban de asilarme, pero yo sabía que era mentira. Todo eso era falso, tan falso como que nos estaban acusando que éramos… por lo menos a mi me decía que yo era del mir. Jamás yo había participado en una reunión y jamás había hablado de política dentro del buque, menos en un buque.

– ¿Es cierto que nunca estuviste en una reunión?

Rojas. Jamás nunca tuve una participación en ningún tipo de participación, ya sea política ni con compañeros míos de armas, a no ser que en las instrucciones divisionales que se hacían dentro del buque… y en una oportunidad

–¿ En cuál buque estabas?

Rojas. O’Higgins. El cl O’Higgins. Yo era dotación del Williams, íbamos a buscar al Williams a Escocia. Y ahí el oficial de división mío, que era un teniente segundo, Charles de Gouler[2] nos hacía las arengas golpistas. Y en un momento dado, yo no sé si ahí quedé marcado, le pregunté “Bueno, ¿Y el que no quiere irse al golpe?”. El que no quería plegarse al golpe, ellos me dijeron “bueno, tiene que plegarse de todas maneras”. “¿Y el que no?”. “El que no sencillamente se va por el portalón”. “Pero yo me imagino que así tan abiertamente no creo”. “Se va con un par de tiros en la espalda”. Esa fue la respuesta que me dio el oficial de división mío en ese minuto.

– ¿Como dice que se llamaba?

Rojas. Charles de Gouler.

–¿Qué decía en sus arengas exactamente?

Rojas. Bueno, al tiempo que corremos ahora… Nos decían que los upelientos… hablaban en contra del “gobierno marxista” que era Allende, que por eso estábamos lo que estábamos pasando, que no había mercaderías, no había ningún tipo de cosas y que se estaban saliendo ya de la constitución. Más realmente no podría decirle, que otro tipo de tema

–¿Dijo que la Armada tenía que intervenir?

Rojas. Dentro de sus arengas pienso yo que sí. Porque ya han pasado tantos años que eso ya no… como eran cosas que no me gustaban, no participaba yo en ese tipo de cosas. Pero si en las instrucciones de divisiones, que fue la única que tuve yo, dicho sea de paso, porque hacía un mes que había llegado transbordado a ese buque. No conocía mucho el ambiente dentro.

–¿Te recuerdas cuando fue, la fecha?

Rojas. La instrucción divisional tiene que haber sido como en 4 o 5 de agosto.

–¿Después del Tanquetazo

Rojas. Si, fue después porque en esos días hubo un allanamiento general dentro del buque. A todos nos allanaron en el buque.

– ¿El buque estaba en Talcahuano?

Rojas. Estaba en Talcahuano, estaba en reparaciones. Y además de eso que nunca salió a flote tampoco.

–¿ El O’Higgins?

Rojas. El O’Higgins, claro. Después de ahí ya… inclusive, ese mismo oficial, después cuando caí detenido, tiene que haber sido del 10, el 12 de agosto, él fue a orden y seguridad donde estaba detenido y él me ofreció la ayuda. Decía que no podía creerlo que yo estaba metido en la que estaba, porque él como oficial y oficial de división mío directo me podía defender. A esa altura uno ya consideraba que era un traidor; después que te pegan, después que te pegan, te vienen a ofrecer ayuda, eso es más que nada yo pienso que…

– Cuando te dijeron “doble ración, este sabe lo que le espera”, en la instrucción de los infantes de marina ¿hay algo de eso?

Rojas. Si. El campo de prisioneros.

–¿En qué consiste esa instrucción?

Rojas. Más o menos, más o menos, la instrucción del infante cuando a uno le hacen el campo de prisioneros a uno lo tratan en la misma forma que… por supuesto que no llega a ese tipo de gravedad, de torturarlo, pegarle tanto, o sea meterlo al agua; eso sí, hacerle picadero, ejercicios sobre medida, ya cuando uno ya no aguanta más ya. Los cosacos, los infantes, la mejor preparación que tienen es en cuanto a estado físico y resistencia física también. No porque uno vaya a hacer el servicio militar deja de pasar eso, lo pasa igual, y tienen el mismo tipo de instrucción de un comando.

–Sigamos con la detención de Antonio Ruiz; llegamos al fuerte Borgoño, te golpea la patrulla ¿Y entonces?

Ruiz. Y de ahí nos pasan simulando un tratamiento de guerra porque es cierto que, nos pasan a la ciudadela, como la nombraban ellos, que es donde simulando una calle, mediaguas [habitación de planchas de madera] casamatas, y ahí hacían un centro de antidisturbios y anti ¿Cómo le llamaban? Entonces fuimos de conejillos de India para esos tratamientos que les daban ellos, que mejor que nosotros, pero no tuvieron ninguna contemplación, porque ahí mismo nos practicaron las torturas y yo me recuerdo que la noche del 6 o del 7…

Rojas. Del 7

Ruiz. A eso de la madrugada, serían… perdí la noción del tiempo, pero yo me atreví a interpelar al oficial que estaba en esos momentos a cargo de las torturas. Porque eran tantas las amenazas de muerte que nos hacían, nos metían en un tambor de 200 litros, inmersos con excrementos, con orina y barro y nos golpeaban en la boca del estómago antes de meternos al tambor, que era prácticamente insoportable. Y le dije entonces: ¡Mátame concha de tu madre! Lo increpé y lo desarmé porque no supo que hacer. Algunos instantes pasaron y en vista que seguían las torturas, seguían metiéndome al… querían ver si yo había estado en Los Pingüinos, que si conocía a este, me desvanecí fingiendo, porque a esa altura no estaban preparados psicológicamente para las torturas. Y me dijo el oficial que estaba a cargo de los cosacos “déjenlo ahí, déjenlo ahí, tráiganle una frazada”. Yo me reía para mis adentros; me traicionaba solo porque temblaba de frío, no sé si de frío o de miedo. Quizá riéndome de mis torturadores. Pero logré descansar me acuerdo por media hora. Y ahí aparece en escena Rojas Trincado, que yo lo conocí precisamente esa noche. El se puede encontrar más de los entretelones.

–¿Qué te preguntaban?

Ruiz. Me preguntaban si conocía… primero por la reunión de Los Pingüinos y innumerables cosas, si formaba una célula y si íbamos a matar oficiales, íbamos a bombardear Valparaíso, y contactos principalmente. Si conocía a Cordero, Rojas Trincado, ni me acuerdo ya.

–¿Y luego? ¿Después donde te llevaron? ¿Qué ocurrió?

Ruiz. De ahí pasamos… corrígeme tu Rojas Trincado, a la mañana siguiente, o en la tarde o al medio día…

Rojas. En la mañana, en la mañana nos llevaron a tomar desayuno. En el circim

–¿El circim?

Rojas. Centro de instrucción reclutas del cuerpo de infantería de marina. Eso queda en Talcahuano. Y de ahí nos dieron café con leche y un pan y después nos pusieron detrás de una edificación a tomar un poco el sol porque estaba como que se escondía y no se escondía el sol creo, era bien frío. Y nosotros estábamos ahí en pura manga de camisa y con pantalón, estábamos vestidos ya, por supuesto. De ahí no comenzaron a llevar de a dos a la Fiscalía Naval. Yo doy fe de lo que le pasó a Antonio porque yo lo vi cuando llegó al lado mío. Inclusive el venía fumándose un cigarro y me dio la cola a mi, me dio un par de chupadas, y por eso se fue de chalchazo él también, por haberme convidado a mi del cigarro. Por haber compartido un cigarro en ese momento de angustia que uno estaba. A mí ya me habían hecho el “tratamiento” ya. Yo estaba en espera de los acontecimientos porque yo pensaba por un momento dado que a mi me iban a matar. Esa es la realidad. No me habían sacado ninguna cosa, me hablaban si yo pertenecía a alguna célula, si tenía gente conocida en el mir, y siempre lo dije y hasta ahora lo voy a decir yo: no tuve nunca participación alguna en ningún tipo de reunión. A la vista está que me preguntaban por Marx y Lenín y yo decía “no los conocía”. Era lo primero, lo primero que a uno. Más adelante, cuando me haga la entrevista respectiva a mi, vamos a ir paso por paso lo que aconteció en esa fecha. Es importante para mi aunque me caga un poco la psiquis pero… en todo caso hay que decir la verdad. Si yo dije la verdad en ese minuto porqué no puede decirla ahora. Ahora no me están apremiando, ninguna cosa.

– ¿Ustedes siguieron en Talcahuano o los llevaron a Valparaíso en algún momento?

Rojas. Yo estuve en Talcahuano. En Talcahuano yo caí el 7 de agosto, con fecha 8 de agosto pasé a la Fiscalía Naval. Quedé en libre plática. Nunca quedé incomunicado y con fecha primero de septiembre nos llamaron a retiro; nos llevaron la hoja de servicio para que firmáramos el retiro. Yo fui uno de los que insistí que no teníamos que firmar el finiquito. Y de ahí pasamos a la cárcel pública de Talcahuano. De ahí de Talcahuano, no estaba el sistema de seguridad (en la cárcel de Talcahuano me refiero) no estaba el sistema de seguridad para poder darle una seguridad nosotros y una seguridad a ellos mismos, me refiero a la gendarmería. Y ahí nos trasladaron a la cárcel pública de Concepción. De ahí no salí hasta creo que fue noviembre del 73 que me llevaron posteriormente a declarar por otros amigos, un amigo mío que estaba dentro de la Armada pero no tenía idea que podía estar metido en política. Pero ahí después me devolvieron a Concepción, estuve dos días afuera, al segundo día regresé a la cárcel de Concepción. Después ya no salí más hasta que me dieron la libertad. Fue él 8 de octubre del 74, a las siete y media de la noche salí libre. Libre entre comillas porque salí asustado de tantas cosas que nos habían dicho, nos contaban las mismas visitas de lo que estaba sucediendo afuera. Que en la realidad era efectivo. Después de ahí ya traté de hacer mi vida normal pero lamentablemente no fue así porque… pega entrada me pedían antecedentes, estaba con antecedentes. Me costó mucho insertarme en la sociedad. Además de eso nunca me quise ir, porque si yo nada hice, porqué tenía que… o sea en el momento mismo pensaba que si nada hice porque tenía que irme. Así que aquí estuve esperando lo que aconteciera pero… hasta el día de hoy no…

–¿Cómo fue el juicio? ¿Tuviste contacto con algún abogado?

Rojas. Bueno, claro que tuve contacto con abogado pero fue, pienso… fue más o menos como el dos o el tres de septiembre. Que fue Pedro Enríquez, un abogado de Concepción. Lamentablemente, el 11, el 12, el 13, llegó de nuevo al lado de nosotros pero no llegó como abogado si no que llegó como un preso. Lo tomaron preso en Concepción. Por el solo hecho de habernos defendido a nosotros. Después de ahí tuve contacto con un abogado que mi familia la puso, una abogada de Concepción. Y de ella no supe nunca más, no sé quien me defendió… o sea a la larga yo supe quien me defendió que fue un abogado era de Pro Paz de Valparaíso que era el señor Barraza. Pero él nunca habló conmigo y yo prácticamente antes que saliera la sentencia definitiva, ahí yo conversé con el señor Barraza y me dijo que lamentablemente ya no se podía hacer ninguna cosa, ni probar la inocencia mía, ninguna cosa. Porque nunca había conversado conmigo, además de eso lo que interesaba en el minuto era tratar de sacarnos de la cárcel y defendernos [de manera] que le diera el menos tiempo posible. Ahora si uno se quería ir era cosa de uno.

– ¿En tu caso las torturas se prolongaron cuando tiempo?

Rojas. En el caso mío fue ese día, nada más. Fue ese día el “tratamiento” que me hicieron a mí, después ya nunca más me volvieron a tocar. Hasta que, bueno, dicho sea de paso, yo estuve esa noche del 7 al 8 de agosto del 73, que esa fue la noche inolvidable, que pienso yo que nunca voy a olvidar el “tratamiento”, las tácticas, la técnica que usaron y el que me pegó, porque puedo decir, doy fe que solamente uno me tocó. Uno me pegó. El otro era el oficial “bueno” que era el Boetsch, que ese nunca me tocó tampoco. Pero el que a mi me tocó fue el teniente Alarcón, alias el “pata de cacho”. Kohler no me tocó, el solamente dio la orden que me dieran “ración doble” porque y sabía ya lo que iba a pasar, porque ya había pasado un campo de prisioneros anteriormente, pero en ejercicio, en ejercicio, nunca habíamos pasado en forma real.

– ¿En tu caso las torturas se prolongaron cuando tiempo?

Ruiz. Por la noche, caímos como a las 9 de la noche del día 7 de agosto del año 73 y puedo decir que casi toda la noche pasé con torturas, salvo que me di licencia, me desvanecí, pero siguieron las torturas hasta la madrugada. Y en ese encuentro recuerdo que me sacaron tapado con una frazada y ahí me recuerdo que me topé, ¿cómo a que hora sería eso?

Rojas. Tiene que haber sido como a las 4 de la mañana.

Ruiz. Tres de la mañana.

Rojas. A eso de las 6. A esa hora fue.

Ruiz. Y cuenta la anécdota de que por el cigarrito.

Rojas. Lo del cigarrito, o sea yo se lo dije anteriormente. Pero el llegó. Yo estoy en la casamata, adentro de la casamata, ya estaba vestido yo. Y yo lo único que quería era azotar la cabeza contra un pilar que tuviera punta cosa de romperme la frente. Romperme la frente cosa que me llevaran al hospital. Lo único que yo quería era que me llevaran al hospital porque me dolían las costillas. Pero en ese momento viene llegando Antonio Ruiz Uribe y viene fumando un cigarro.

Ruiz. Que me lo había pasado un cosaco; arriesgando que lo pillaran. Miró para todos lados y me dio la cortita. (una mitadita de cigarro). Porque me vio cagado en ese momento, se le ablandó el corazón.

Rojas. Y en ese momento llega al lado mío en la casamata, en la otra esquina. La casamata era, más o menos, de metro y medio por metro y medio. Si no eran tan grandes. Y el alto… uno tenía que andar más o menos encogido. Y él llega y me dice… Yo le pido la “cola”, yo le pido que me dé la cortita. Me da la corta. Y resulta que por haberme dado a mí la corta le pegan a él, un par de charchasos o no sé en el momento mismo, pero es que ya estábamos tan machucados que uno prácticamente –como estaba entumido– uno prácticamente pedía que la pegaran un par de charchasos para desentumecerlo un poco. Por que en la realidad de las cosas el “tratamiento” comenzó –y yo pienso que para todos fue lo mismo– apenas llegando al fuerte Borgoño. ¿Cierto? Llegando a las casamatas nos hacían desnudar al tiro. Y todo el “tratamiento” era desnudos, completamente desnudos. ¿Ya? Y ahí en la oscuridad ¿cierto? Te aparecen un par de gallos con muchos camuflados ¿cierto? Y dándote golpes con guantes y los guantes están mojados por supuesto, pienso –ahora, con el tiempo– que los guantes mojados no dejan huellas, no dejan huellas de los machucones. Y lo primero que hacen es preguntarte que a que célula perteneces y toda eso cuestión, y de repente un desubicado me dice,  “habla de Marx y Lenín” y yo le digo “si yo no los conozco”; “hábleme de Marx y Lenín”, “yo no los conozco, no los conozco” yo lo único que decía es “no tengo idea de que me están hablando”. Me preguntan por esos gallos y digo “no los conozco”, en mi ignorancia, de participación política nunca la había tenido, como decía anteriormente, y siempre lo voy a repetir lo mismo. Y ahí comenzaron aparecer unos nombres que era Aravena, Arestey y Domínguez, que fue los que yo inculpé. Porque yo digo honradamente, he conversado con ellos después, nunca antes los había conocido. Parece que todo eso fue un montaje para inculparlos a ellos. Porque lo que tengo entendido es que uno de ellos era universitario y tenían más estudios que nosotros mismos. O sea, más que nada eran intelectuales. Nosotros no. Además era tan “cabrito”.

–¿Cuántos años?

Rojas. Yo tenía 24 años. Y recién salido des cascarón prácticamente. Yo lo único que me interesaba era viajar. Por yo venía de la Escuela de ingeniería, yo hacía un mes que había llegado a ese buque. Y en un mes no voy a estar tan en conocimiento de un “plan subversivo”, porque como se ventila todo interiormente, el “Ancla 2”, el servicio de inteligencia naval que hay dentro, el contrainteligencia también, pero lamentablemente…

Ruiz. El “Ancla 51”.

Rojas. …lamentablemente ahí pagamos justos por pecadores. A la vista está que después me condenaron a un año tres meses, y eso fue con pena remitida. Porque estuve un año y tres meses adentro. Creo que me condenaron a dos años. El resto lo hice firmando. Y aquí me tienen. Pero en todo caso, el famoso cigarrito valió dos zumbas. Dos zumbas para dos personas.

Ahora, en relación a los cosacos, los infantes, digamos los de… como se les podría decir… cabo, sargento, suboficial, ellos lo único que hacían era sostener, sostenerlo a uno, y los que pegaban eran todos oficiales. Todos oficiales. Ahora todos podrán decir, ¿Cómo en ese momento vas a reconocer una persona? Bueno, yo los conocía personalmente ¿Cierto? Y además de eso que ellos, en el parche, o sea, todos llevan al lado derecho o al lado izquierdo, ya no lo recuerdo, el nombre, o sea el apellido solamente ¿Cierto? Estos caballeros tenían con tela adhesiva tenían tapado. Ahora, el Kohler pensó seguramente ¿Cómo sabe que yo soy capitán? Y él me hace la pregunta: ¿Cómo sabe que yo soy capitán? Yo fui infante. El error mío fue haber reconocido haber sido infante. Fui infante de marina, fui un conscripto claro, hice mi servicio militar, puta, con todas mis ilusiones, ¿Cierto? Con todas mis ilusiones hice mi servicio militar en la Infantería de Marina, que estoy orgulloso de haber prestado servicio en ella, pese a todo lo que pasó ¿Cierto? Y después de haber sido un servidor en la Armada, como simple marinero que era. Había cursado máquinas en la Escuela de ingeniería el año 72 y estaba haciendo carrera y eso era, porque me gustaba: me gustaba, me gustaba el uniforme, me gustaba lo que yo hacía en la forma profesional. Por eso mismo, por ende, no quise seguir en la infantería porque ahí era una vida de perros, porque son perros, lamentablemente, ellos cometieron la estupidez de haberme torturado y perdí la fe. Les perdí la fe. Ahora, ellos me hicieron hacer un juramento en el cual tenía que defender la Constitución y el Presidente… ¿Entonces en qué quedamos? Siendo infante, hago el juramento a la bandera, y después los mismos infantes tratan de desdecir lo que ellos mismos me enseñaron. Que no lo practicaron. Yo le digo en forma verbal todo esto, porque en la realidad no capto la idea. Si me hacen hacer un juramento como infante, después me cambio a náutico, y los mismos cosacos tratan de meterme en medio embrollo que no es Constitución ¿Entonces qué? Yo pienso que ahí a uno deberían adoctrinarlo, pasarle el código de justicia militar y además del código de justicia militar, enseñarle un poquito más de lo que es la Constitución.

– ¿A cuántos años te condenaron?

Ruiz. A tres años y un día. Claro, me quedaron debiendo 20 días, porque mi libertad se practicó a partir de la fecha 26 de septiembre, en circunstancias que yo había caído el 8 de agosto, el 7 de agosto del 73. Me condenaron a tres años y un día con el cargo de “autor por sedición o motín” en frustrado.  Lo más importante, al ingresar de la Escuela de grumetes a la edad de 15 años (o 16) sufrimos un gran cambio dentro de la poca formación cívica que teníamos a esa altura –a los 15 años. Enrolarnos en una institución castrense como la Armada, hay un cambio brutal si se quiere llamar, y seguir una disciplina estricta de corte vertical, nos cambió la vida pero nos adaptamos a eso siguiendo como corresponde la disciplina militar. Eso es un cambio substancial que nosotros sufrimos. Y el segundo golpe, que nos golpeó, es cuando caímos presos, conocimos otra realidad, nos apartamos de las filas de la Armada para pasar a las cárceles públicas en ese entonces. Ese fue un gran cambio en nuestras vidas. Y el tercer cambio, una vez cumplida la pena, porque todos cumplimos penas, en el caso de los tres años, y en el caso de los cinco años fueron conmutadas por la pena del extrañamiento. Ese es el tercer cambio, que nos golpeó porque tu sabes que en el exilio, aunque sean bien tratados, están desarraigados del amor popular que todos llevamos en el corazón. Y, los que nos quedamos acá, sufrimos. Yo por ejemplo sufría de ¿Cómo se llama eso? Paranoia. Y caí en una depresión a los pocos meses, encontrándome trabajando en Chile; me sentía perseguido. El doctor Almeida me acuerdo que me trató, siendo psicólogo o psiquiatra, no me acuerdo. Visité a la Vicaría de la solidaridad, en ese entonces, el año 77, en enero fue parece, nos trató por seis meses. Caí en una depresión maníaco depresiva que se llama y me introvertí, me cerré como ostra podría ser, pero no perdí el trabajo, porque sabía que era una buena terapia trabajar. Y entonces pasamos a otro estado de efervescencia, porque tu sabes que la depresión baja la animi [inaudible] a cero y sube un [inaudible] positiva, que viene siendo la efervescencia. Y ahí me fue bien. Me recordaba de todo. Me vi bien en los años (yo estaba terminando en el Luis Campino, un vespertino que en ese entonces estaba en [inaudible] con la Alameda); me iba bien, me sacaba buenas notas en cuarto medio, porque yo estaba terminando. Y fui presidente del centro de alumnos, me iba bien en mi trabajo, comencé a ganar plata y al próximo año ingreso a la universidad, me va bien en la prueba de aptitud, todo bien, con pequeñas “overchut” [recaídas] que podríamos decir, hasta que estaba en la normalidad. Presuntamente, yo fui favorecido, de la mano de Dios podría ser, porque de ahí para adelante me fue bien, tuve buenas pegas, gané mucha plata con el cambio del dólar a 39 pesos, me compré un auto, salí… viajé al Sur, hasta la décima región, fui vendedor viajero. Y me iba bien en la universidad, alcancé a estar dos años. Y aquí me tiene.

 

[1] Debe haber confusión de accidentes porque al Latorre lo van a buscar a Suecia en 1971.

[2] La ortografía es aproximada.

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