El cabo 2° Máquinas, Cifuentes es detenido en la Escuela de Submarinistas en comisión de servicio para ir a buscar la barcaza capitán Araya a la base estadounidense en la isla de Guam. Es detenido el 10 de agosto de 1973 por sus posiciones constitucionalistas y lo procesan por la causa de la Escuadra Rol N° 3926/73. Cumple tres años de presidio en diferentes cárceles y campos de concentración. En 1976 al salir en libertad deja Chile para obtener asilo junto a su familia en Bélgica.
Testimonio
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Luego de dos o tres semanas salimos rumbo al sur, era mi primera navegación en una unidad de guerra. Era emocionante ver las esposas e hijos de los marinos cómo los despedían con pañuelos blancos… Zarpamos rumbo a alta mar y luego tomamos rumbo al ciento ochenta. Es muy hermoso mirar mar a dentro la bahía de Valparaíso, por un rato me olvidé de reglas, de la disciplina. Los nuevos marineros, algunos, se convertían en camaroteros de los señores oficiales, consistía en hacerles la cama, limpiarles su camarote y llevarle la ropa sucia para el lavado, era indudable que gozaban de algunos privilegios, por el hecho de ser camarotero tenían menos control de los oficiales de guardia o la deferencia de los cabos y suboficiales, yo lo encontraba el colmo, ellos tenían comida especial y nosotros espaguetis pegados como engrudo sin gusto a nada.
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Me encontraba haciendo la práctica de mecánico a bordo del crucero O ́Higgins cuando fueron las elecciones del 4 de septiembre de mil novecientos setenta. Nos tocó cubrir el liceo de niñas numero 3 de Valparaíso. Una vez terminado los escrutinios llegamos a nuestra unidad, en el comedor había un televisor, los primeros cómputos eran favorables al candidato Alessandri, los señores oficiales se paseaban sonrientes escuchando los escrutinios, era eminente su adhesión al candidato derechista. Cuando los cómputos empiezan a ser favorables para el candidato Allende, no se hicieron esperar los viva Allende, eso trajo consigo el malestar de la oficialidad y un profundo malestar por lo que hicieron apagar los televisores. Sólo por el silbido ensordecedor de la marinería y el zapateo tuvieron que encender los televisores, un aire de triunfo enardecía las unidades de la escuadra nacional, Allende había prometido aumento de salarios en su programa para las fuerzas armadas. Había fiesta en las calles hasta altas horas de la madrugada, mientras los conspiradores comenzaban a hilvanar una nueva estrategia, las encuestas habían fracasado Las calles estaban llenas de risas con esperanzas de que por fin llegaba al gobierno un mandatario que tenía un programa que nacionalizaría lo que le pertenecía a los chilenos, el único recurso natural lo embarcaban rumbo al imperio y Chile se moría de hambre.
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En la escuela habían unos quinientos alumnos, cada día la comida era más mala y el trato era peor. Empezaba a circular una revista de ultra derecha que se llamaba “Tizona”, eran llamamientos a la sublevación contra el gobierno. Nos empezaron a entrenar para anti disturbios, nos llevaban al fuerte Vergara para disparar las metralletas, nos metían en unos container y tiraban bombas lacrimógenas para que nos acostumbráramos a estos gases, la guerra comenzaba. La preparación, el adoctrinamiento y adiestramiento pasaban a ser más importantes para los estudios, mientras en los baños aparecieron rayados “tenemos hambre” La politización del alto mando de la armada seguía haciendo de las suyas, esa revista cada vez era más conspirativa. La armada preparaba oficiales para comandos de sabotajes en algunas partes significativas como torres de alta tensión, el gasoducto en Curicó. Volaban algunos puentes y hacían pensar que eran los extremistas del MIR. El año setenta y dos ,para las elecciones de la C.U.T, mi esposa Rosalía me preguntó si podía ir como candidata para que tuviera más votos la lista. Le manifesté que por ningún motivo fuera candidata porque en caso de golpe de estado yo sería uno de los que apresarían para eliminar la famosa quinta columna. Más aún, le dije que quería que nos pusiéramos al abrigo emigrando para Venezuela… para allá se habían ido muchos marinos, pero luego pensaba que si yo no hacía nada malo por qué me iba a ir de mi país. En Talcahuano conversaba con un compañero, me contaba el ambiente tenso que había, se olía mal, olía a conspiración, las reuniones divisionales en cada unidad eran para decir que el gobierno se había salido de la constitución, que era necesario derrocarlo …pensaba que tenía que juntar dinero para renunciar a la Armada y poner al abrigo a mi familia. Las cosas ya estaban definidas, el golpe de estado era inevitable. A esa altura nos enseñaban la toma de localidades, verdaderos simulacros de un golpe
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Tenía 27 años y no tenía ninguna militancia porque no se podía … Con mis compañeros comentábamos los que decían en las reuniones divisionales, el golpe de estado ya era a viva vos, tenían los preparativos para que el personal no se opusieran y ya tenían identificados a aquellos que no deseaban un golpe de estado. Siempre pensaba que yo no había hecho nada a parte de los comentarios que todos se hacían en relación al golpe de estado y las consecuencias que traería a un pueblo indefenso. Estaba enceguecido producto de nuestra formación en la escuela de grumetes. Creía en los valores patrios, tomaba en serio mi juramento de servir a la patria, ya sea en mar o en tierra o en cualquier lugar, no me daba cuenta que estaba en una institución intrínsecamente perversa donde ellos no estaban al servicio de la patria, sino al servicios de los grandes señoríos. Mientras tanto, seguían los anuncios son por la radio, decían que en Talcahuano se detectaba un grupo de extremistas sediciosos en unidades de la escuadra, como en asmar. No quise contarle a mi esposa que estaba en peligro de vida, estaba desesperado por saber más información. El ruido de sables estaba por todos lados eran como campanas que estaban muy cerca de las personas, se sentían los gritos a voces de la traición a la patria y el perfume a muertos, eran olores nauseabundos que impregnaban a todos los que estaban cerca de la muerte. el viento del norte soplaba anunciando la intervención para dominar a los pobres que deseaban un cambio total. Ese día presentí que me detendrían, como a las dos de la tarde vino el teniente Albornos, jefe de ingeniería de la nueva dotación, a preguntar por el cabo Cifuentes, se sorprendió, lo había conocido en la escuela de ingeniería naval de las salinas, no podía creer que yo fuera un hombre de peligro, que fuera un terrorista o traidor a la patria como decían ellos. Unos cinco minutos más tarde vinieron a buscarme, era el mismo oficial con un cabo infante de marina. Me llevaron a la segunda comandancia, me pusieron manos a la pared, me quitaron mi carnet de identidad y me sacaron mis galones. El infante hizo que abriera más las piernas y me golpeó con un golpe de puño en el hígado y caí al suelo desmayado, sólo recuerdo después cuando fui levantado y llevado a una camioneta con las manos en la nuca y el oficial me apuntaba con un arma. Fui llevado a el cuartel de seguridad Silva Palma, allí fui trasladado a un subterráneo donde no habían luces, eran calabozos, después de un día fui llevado al fuerte Miller donde tuve apremios físicos que no quiero relatar.
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“Pocos días después fui conducido a la academia naval, cuarto piso, donde me vendaron nuevamente para interrogarme, estuve ocho horas declarando.Venían para darme punta de pie y golpes de puño, echando garabatos y haciéndome sentir miedo, me dejaban en el suelo, luego venía un oficial que me preguntaba por mi familia “Ah, tu esposa está embarazada, vas a ser papá, no sé si llegarás a conocer a tu hijo o hija, siéntate en el sillón porque estás en el suelo. Ese día el interrogatorio fue interminable, cuesta decir y revivir el pasado, ahora no tengo ningún resentimiento, ellos hacían lo que sus superiores les decían… los enemigos estabas en todos lados.” Uno conoció el monstruo por dentro, como dijo José Martí. Estuve quince días desaparecido y mi esposa me buscaba por mar y tierra para saber de mí. En la escuela de submarinos le decían “Usted sabe señora como son los marinos, debe estar en el puerto o en algún lugar.” En Silva Palma estaban otro conocidos de la marina, Todos ellos torturados para sacarles información, supe que habían tenido que dar siete nombres y yo fui uno de ellos. Me nombraron como alguien que conocía que se planeaba un golpe de estado. El día 25 de agosto de 1973, los detenidos, le enviamos una carta a su excelencia el presidente de la república Doctor señor Salvador Allende, diciéndole que nosotros no éramos sediciosos, que éramos defensores de la constitución , la ley y, por ende, del presidente de la república, elegido democráticamente. Le confirmábamos la certeza de que el golpe de estado era inminente y que la propaganda en contra del gobierno se había acelerado y nosotros habíamos sido violentamente torturado por denunciar tales hechos. El 1 septiembre de 1973, fuimos sacados de Silva Palma y llevados a la cárcel Pública de Valparaíso. Ya en la cárcel, nuestros sicarios, nos mandaron a una parte inmunda, insalubre, donde no tienes nombre mientras ellos se preparaban para matar y dar órdenes a una tropa con la obediencia ciega, la mayoría adiestrados, entrenados y adoctrinados en las escuela de las Américas. Esos primeros días tuvimos que empezar acostumbrarnos a cohabitar en un recinto donde habían presos por drogas, asesinos, ladrones y nosotros teníamos que hacernos respetar por bandas internas.
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Nuestros compañeros que aún estaban en Silva Palma vieron que la escuadra salía de la bahía con rumbo desconocido para nosotros, pero al mismo tiempo ya estaba previsto que cuando se produjeran tales eventos el golpe de estado era cosas de horas. El día 11 de Septiembre de 1973, Yo estaba de ranchero, estaba preparando el desayuno y traté de sintonizar la radio porteña y sólo escuché música, esa mañana había sólo música clásica y la voz de las radios era el santo y seña, los helicópteros sobrevolaban el puerto y particularmente se sentían en los alrededores del cerro cárcel. Les avisé a mis compañeros que había golpe de estado, se levantaron todos de inmediato, se dieron cuenta que la muerte impregnaba nuestros pensamientos, era el anuncio de las noches más oscuras de nuestras vidas y también para millones de personas. Esa mañana estaban las primeras luces del amanecer, aún no era la alborada, mi pensamiento fue de inmediato Rosalía, mi hijo Roberto Carlos. Pensaba en las torturas sufridas en el fuerte de infante de la marina, los golpes de corriente en mis genitales, los golpes con brutalidad de puños y pies me hacían pensar en lo peor. Pensaba en cuando era niño que correteaba con mi caballo, cundo le ponía los talones él caminaba atravesado haciendo un movimiento como si marchara, le soltaba un poco la rienda y galopaba cortito, muy suave. Pensaba en mi madre que me había visto salir tan joven, un niño de mi casa, mi padre, que me había hecho un hombre endurecido en el trabajo del campo. Mientras, en la cárcel de Valparaíso, empiezan a llegar cientos de prisioneros políticos, todos ellos torturados en su mayoría en la academia de guerra naval, en el lebu y otras unidades que sirvieron de centros de reclusión, nuestros compañeros de armas se transformaban en fieras. El gobierno, antes las presiones de la Armada, ordena aplicar la ley de seguridad del estado, de esa manera, a los que estábamos en la cárcel, nos acusaron de lo más aberrante. Bajo torturas nos hicieron firmar declaraciones que nunca existieron, dejando a merced de los genocidas y fundamentalistas acciones de tipo criminal.
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De la cárcel pública de Valparaíso nos llevaron al campo de concentración que estaba en Puchuncaví, al que llamaron Isla Melinca. Allí me toco realizar trabajos forzados y hacer nuestra propia jaula FOTOS CLAUDIA BEBE En 1974 cada noche me hacía “caldo de cabeza”, mis hijos estaban pasando hambre y me daba impotencia el no poder ayudar a mi familia en esos momentos. Mi esposa hacía lo que podía viviendo en casa de mis suegros que tenían una familia numerosa, las palomas eran el único recurso para hacer una sopa. Ya había nacido mi segunda hija y me angustiaba que Claudia, que no tenía más de tres meses, crecía sin poder conocer a su padre. Rosalía adelgazaba hasta pesar sólo 45 kilos, de una estatura de un metro sesenta y nueve. La casa donde vivíamos se la habían quitado, ya que vivíamos en una población de marinos, y les gritaban “Comunista, ahora te quiero ver morirte de hambre”. Yo paseaba de un lado para otro aprendiendo tantas cosas, sobre todo de historia, habían compañeros dispuestos a poner sus conocimiento de economía, de agronomía, de derecho, de física, etc. La verdad que habían muchos profesionales, ese campo se había convertido en una verdadera escuela para mi. Los días eran muy largos y cada mañana nos hacían cantar la canción nacional con las dos estrofas que la dictadura había impuesto. Cada semana se iba gente de Isla Melinca, hasta que nos tocó nuestro turno porque ya habíamos termino la construcción de Melinca en Puchuncaví. Antes de la entrada del invierno, vinieron infantes de marina en tono autoritario y nos dijeron que empacáramos nuestras cosas, nos subieron al camión celular y nos llevaron de vuelta a la cárcel pública de Valparaíso. Mientras partíamos escuchamos que nos cantaban “Aquí en Melinca todo el mundo se divierte, no vuelvan maaaaaaaaaaaaaas”. Un día, desde la cárcel, Me llevaron a fiscalía Naval de Valparaíso. Era la primera quincena del mes de enero de 1975, en la mañana como a las ocho treinta, vino un gendarme a buscarme, me informó que tenía que ir a la fiscalía, me hicieron subir a un vehículo militar. Me llevaron vendado a otro lado, allí me pusieron corriente y volvían a interrogarme preguntando lo mismo. Me pusieron corriente en el pene, grité como un barraco, el interrogatorio era interminable. Luego me llevaron de vuelta a la cárcel, traía mucha sed y casi no podía caminar. La corriente me había dejado todo el cuerpo adolorido, fui recibido por mis dos compañeros de celda.
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El 19 de mayo día de la fundación del MAPU, me solicitaron que militara en ese Partido, había venido una comisión Alemana a visitar los prisioneros. Había tomado contacto con ellos, me dijo que a mi esposa la habían apadrinado un matrimonio Suizo y le daban un aporte mensual.
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En Bélgica se integra al trabajo con organizaciones sindicales. Junto a colegas de la Armada que llegan también exiliados a ese país desarrollan el trabajo desde el exilio para la conquista de reparación y reconocimiento a la marinería constitucionalista. Retorna al país a comienzo de los 90 y se integra en Chile a la Coordinadora del Personal Exonerado de la Armada “COPEA”.
Diálogo con el Presidente Lagos para la obtención de medidas reparatorias debido a que la marinería constitucionalista quedara al márgen de las leyes del Exonerado Político, ya que estas estipulaban beneficios a los afectados a partir del 11 de Septiembre. Habiendo sido detenida la marinería antes del golpe, no se pudo acoger al beneficio de esta ley dandose inicio a una larga lucha para poder tener acceso a este beneficio.
Teodosio Cifuentes Rebolledo fallece el 23 de febrero 2018. Q.E.P.D